Mortal Kombat

Mortal Kombat: Fight!

Después de probar fortuna en el cine a mediados de los 90 (con más intenciones que aciertos, pero convirtiéndose en título de culto) y reimaginarse a sí misma (con rotundo éxito) en la década de los 2010, invitando a notorios personajes fílmicos a la fiesta (desde Freddy Krueger a Rambo o Predator), un nuevo acercamiento a la gran pantalla se antojaba inevitable. Máxime cuando la relación de Mortal Kombat con el cine siempre ha sido muy estrecha; en los primerísimos juegos de la franquicia el equipo de Ed Boon y John Tobias (creadores del juego) trabajaba con actores para capturar los movimientos de los luchadores. Una relación bien avenida que con este nuevo filme aspira a iniciar toda una saga.

 

Sisi Stringer

 

Simon McQuoid recoge el testigo de Paul W.S. Anderson y se atreve con una reimaginación del videojuego, usando el reboot del mismo (el de 2011, que daría pie a su propia trilogía) como base a partir de la que trabajar. El filme adapta y simplifica muchos de los conceptos originales para construir una narración más accesible al público, convirtiéndose en un relato de venganza y redención, pero también de autodescubrimiento. En los juegos originales la historia se presentaba de forma muy deslavazada (cuando la había), planteaba los mimbres justos para justificarse; mientras, en el reboot la trama se retorcía con viajes temporales y juegos de realidades. Así, ante la perspectiva de trabajar en base a remiendos o complicar la experiencia del espectador ante la falta de contexto, la película tira por la calle del medio presentando a un personaje -creado ex profeso para la misma- sobre el que giran los principales acontecimientos. Por el camino, la trama de Bi-Han y Hanzo Hasashi sale muy fortalecida, formando parte del motor de la cinta. Mientras, Sonya Blade (otro de los iconos del videojuego), se deja ver mucho a lo largo del metraje, pero su incidencia es mínima.

 

Jessica McNamee

 

La historia podrá estar más o menos inspirada, pero su cometido de presentar y cohesionar el lore del videojuego lo cumple sobradamente. Hay guiños a la larga trayectoria de la licencia (desde personajes a frases icónicas, pasando por los fatalities) y también al título protagonizado por Robin Shou, de tal forma que el fan de Mortal Kombat verá saciadas sus expectativas y el resto del público disfrutará de un producto de aventuras funcional que hace de los excesos un valor.

 

Y si como adaptación Mortal Kombat aprueba, falla sin remedio donde más debía lucir, como película de acción y artes marciales.  La deuda contraida con los efectos visuales era algo con lo que ya había que contar. Las posibilidades de la tecnología están ahí y si van a favor de obra hay que aprovecharlas. Gracias a ella Sub-Zero (el gran villano de la cinta) parece mucho más temible y peligroso. El problema es que las peleas no están trabajadas. Y si lo están, no se ven. Las coreografías están trampeadas con un exceso de montaje y de primeros planos y cuando la cámara se aleja lo hace para que se vean los citados efectos. Son pocos los momentos en los que cualquiera de los «kombates» no están picados en muchos planos y se dejan ver al menos dos o tres movimientos seguidos de forma fluida.

 

Si los números acompañan, Mortal Kombat tiene los mimbres suficientes para desarrollar toda una saga con la que satisfacer a su público. Honesta en cuanto a pretensiones, cumple como producto de consumo.

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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