Injustice: Gods Among Us, una de las seres señeras del catálogo DC Comics de ECC Ediciones llega a su inevitable y esperado final. Aún queda mucho por disfrutar de este universo gracias a las series Injustice: Zona Cero (reseñada ya hace unos meses), pero no hay duda de que los capítulos aquí recogidos (Injustice: Gods Among Us #53-58) dejan el listón por todo lo alto, elevando considerablemente el nivel irregular que ha llevado la serie en alguna de sus etapas, invitando a una relectura de estos cinco años (no faltan los guiños y alusiones a eventos del primer y segundo año de la colección) y generando un enorme hype hacia lo que está por venir.
El primero de los números que nos ocupa, Injustice: Gods Among Us #53 vendría a ser un número de transición de cara a la recta final de la colección. En sus páginas asistimos primero a la última aparición de Bizarro en la serie y a unos cuantos choques dialécticos entre Alfred y Superman o entre Shazam y Harley Quinn. Es un capítulo de carácter sombrío, en el que los personajes se enfrentan al duelo a su manera, se lamen las heridas por peleas pasadas, o intentan poner un poco de cordura al caos desesperado en el que se ha convertido el mundo bajo el yugo de Kal-El.
Un tono oscuro y melancólico que esconde la chispa que prende en Injustice: Gods Among Us #54 y que terminará por colocar las piezas acorde a lo que conocimos en el videojuego en el que se basa la serie escrita por Brian Buccellato. A lo largo de estos capítulos (#54-58) las dudas de los personajes, en ambos bandos, empiezan a ser notables. Personajes como Harley o Flash se cuestionan alianzas y el sentido de su lucha. Es especialmente significativo el dilema de Barry Allen, que cobra un gran protagonismo en estos últimos números, ya qye refleja como nadie la absurda contradicción del regimen de Superman.
Buccellato muestra una clara intención de hacer balance en esta recta final, acudiendo cuando puede a diferentes flashbacks que ponen en cuestión el rumbo que han seguido buena parte de nuestros protagonistas, porque de una manera o de otra, ninguno de ellos está libre de pecado. El guionista rememora, en boca de sus personajes, algunos de los hitos de la serie, como fueron la guerra de los Green Lantern Corps o el destino del demonio Trigon. Y es que el carácter más meditado de estos últimos episodios (sigue habiendo secuencias de acción y peleas entre ambos bandos, pero están en un segundo plano) permite al escritor explorar las consecuencias de una guerra que dura ya cinco años y que parece no tener fin. Los reproches y las dudas hacen mella en los personajes fruto de la desesperación por un conflicto que parece estar en punto muerto, rompiendo ya sin remedio algunas relaciones y mostrando incipientes grietas en otras. Por eso resulta tan interesante el desenlace de Injustice: Gods Among Us, el ritmo frenético de la serie desde sus comienzos en muchas ocasiones ha impedido que los diferentes guionistas pudieran explorar las consecuencias personales de todo ello. Esto no quiere decir que el ritmo decaiga en estas entregas finales, nada más lejos de la realidad. Sorpresas quedan, y muchas. Pero su lectura sí deja en el lector una sensación saciante mucho mayor, de que la serie intenta exprimir sus notables prosibilidades.
Además de este espíritu de reflexión y hacer balance, los números finales de Injustice: Gods Among Us se preocupan por cerrar cuandos flecos pudieran quedar para evitar sangrantes incoherencias con lo relatado en el videojuego (cuya trama arranca justo donde termina este cómic), que van desde «eliminar» a personajes que no aparecen en aquel, como reintroducir a otros que por intereses narrativos de esta obra, habían sido apartados de la primera línea de acción. El Annual incluido en Injustice: Gods Among Us #58 es determinante en este aspecto, pues ya con poco espacio para explorar la realidad de esta Tierra alternativa, su misión es la de tapar posibles agujeros y servir de puente tanto para el juego de lucha como para la miniserie Injustice: Zona Cero.
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