Medusa Cómics pone fin a Eternal Warrior con la publicación del tercer volumen de la saga escrita por Robert Venditti, caracterizada por su frenética acción y la importancia de los hechos sobre las palabras.
El tomo incluye un pequeño reusmen de lo acontecido hasta el momento, pero aún así es recomendable tener fresca las lecturas anteriores, pues este Un trato con el diablo parte directamente de lo narrado en los dos tomos anteriores, sin olvidarse tampoco de las conexiones del protagonista con el resto del universo Valiant (con el que confraternizó en series como Unity o eventos como Book of Death). Lo que sigue fuera de juego (para disfrute de quienes busquen historias unitarias) es lo recopilado en la edición de lujo de Eternal Warrior.
En este tercer y último tomo Venditti dedica muy poco tiempo a los preámbulos. Sabe que va a poner a Gilad en una posición muy complicada y no quiere alargar la espera. Desde muy pronto el héroe se ve obligado a combatir una vez más, armado con su potente hacha para hacer frente a hordas de demonios que ansían su sangre.
En esta ocasión, además, la lucha del guerrero eterno tiene un componente personal muy marcado, llevando al extremo «la ira de Eternal Warrior». De hecho, en determinado momento el protagonista llega a ofrecer su propio sacrificio. Esta pelea es para Gilad una cuestión de todo o nada, el riesgo, por alto que sea, es asumible.
Con estas condiciones el guionista consigue tener al lector con el corazón en un puño desde el principio, que sabe que Gilad será implacable para obtener la victoria, que hará arder el infierno si es necesario, y que la derrota tendrá un precio definitivo. La lectura entonces se hace muy frenética, no da un respiro al lector. Los diálogos van también al grano en todo momento, dirigidos siempre a reforzar a Gilad en su misión y potenciar el conflicto.
Robert Venditti se despide de esta etapa de Eternal Warrior con una lectura entretenidísima que se consume tan rápido como una cerveza en pleno agosto.
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