Adaptando la letra «la vida pirata es la vida mejor» se podría decir lo mismo de nuestro protagonista, Gilad Anni-Padda, un tipo solitario y quejicoso se su existencia inmortal, pero que se renueva y divierte como un niño cada vez que empuña un arma y se lanza a guerrear. Medusa Cómics, en su línea «Edición de Lujo» recopila los tres primeros TPB de Eternal Warrior (los mismos publicados hasta la fecha por Aleta Ediciones) en un libro en cartoné con sobrecubiertas que incluye, así mismo, una atractiva galería de bocetos e ilustraciones de la serie escrita por Greg Pak y Peter Milligan.
En Eternal Warrior nos adentramos de lleno en los cánones la fantasía heroica, aunque, según las necesidades del arco argumental en cuestión, adaptada a un contexto de distopía sci-fi (al estilo del videojuego Horizon Zero Dawn, para que os hagáis una idea) o incluso al de Los Inmortales, anclando la acción en la etapa actual. De aquí ya podéis deducir que cada aventura protagonizada por Gilad va por unos derroteros distintos. Recordad la saga Mad Max. Tenemos a un protagonista inmutable en cada una de sus cuatro entregas, pero las aventuras en las que se ve envuelto tienen poca o ninguna relación entre sí, llegando incluso a contradecir o reescribir detalles de su propia historia según contribuyan a la aventura que toque. Esto, en esencia, es lo que le ocurre a Eternal Warrior.
Así, los acontecimientos narrados en el primer relato de este volumen se convierten en vagas referencias de la segunda historia, mientras que la tercera funciona casi de forma autónoma, modificando aspectos de la cronología deducida del arco inicial. Esta flexibilidad en la biografía del personaje da al autor de turno una libertad enorme para hacer y deshacer a su antojo y ofrece al propio personaje la oportunidad de moverse entre los más variados registros.
Al lector habituado a la continuidad deceita o marvelita, habituado a una serialización más estricta, igual esta maleabilidad puede chocarle en una primera lectura voraz, pasando de corrido por los tres relatos del tomo. Pero esta estructura tiende a ser habitual, por ejemplo, en el cine. Sirva el ejemplo de Mad Max, o incluso Evil Dead. Lo que se pierde en coherencia global se gana en personalidad e individualidad, permitiendo también (algo que se aprecia mucho más en una edición en grapa o en recopilatorio por arco argumental) que cualquiera pueda entrar en cualquier momento en la vida del protagonista sin tener que acudir a kilos de lectura previos.
A grandes rasgos, Eternal Warrior sigue un tono muy deudor del mejor Conan, como ya emulase, por ejemplo, Marvel en Planet Hulk. De hecho el guionista de ambas historias es el mismo, Greg Pak, con lo que si tenéis en mente la odisea del Goliat Esmeralda es fácil advertir por donde van los tiros en esta aventura. Eternal Warrior es una aventura frenética, llena de acción y golpes de guion con lo que clava la atención de los lectores en el libro. ¿El problema!? Tiene un ritmo tan adcitivo que sus más de 300 páginas se leen en un suspiro.
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