«La pura rabia es también un sentimiento ardiente«
Agradable sorpresa la que me llevo tras la lectura de los tres primeros tomos de Route End que lleva publicando Norma Editorial en España desde el pasado mes de abril. El manga, del que ya hay ocho tomos publicados en Japón, nace en la Shonen Jump, pero su temática y sus escenas son más propias del género seinen (para adultos), aunque ya sabemos que los límites entre géneros son cada vez más difusos. La obra de Kaiji Nakagawa se sumerge en la investigación en torno a unos asesinatos en serie en los que el psicópata descuartiza a las víctimas para luego formar con sus pedazos la palabra END, un tema que choca frontalmente con las temáticas habituales de la revista (peleas, romance…) y que nos recuerda a pasadas salidas del camino trazado como pudieron ser Death Note o la aún inédita en España Chainshaw Man (aunque ésta última sí que tiene un tono más acorde con la revista en la que se publica).
La historia nos sitúa en la piel de Haruno, un joven que fue testigo de la muerte de su madre (por suicidio) cuando apenas era un crío y que, desde entonces, ha sentido la necesidad de rodearse de lo relacionado con el último aliento del ser humano para conservar la cordura. Así, le conocemos trabajando en una empresa que se dedica a limpiar y adecentar las viviendas que han sido escenario de muertes de esas de las que ‘dejan huella’ (suicidios, asesinatos, gente abandonada…). Su vida dará un vuelco cuando le toque trabajar en uno de los escenarios de los crímenes de END y su vida, la de la detective que investiga el caso y la del asesino en serie se comiencen a entrelazar.
«Al volver del colegio siempre me preguntaba si estaría allí«
Nakagawa sabe bien como mantener la tensión y uno devora estos primeros números sin apenas darse cuenta. El autor adereza la historia con unos personajes que son una colección de historias fúnebres y escabrosas. La muerte, o la ausencia de vida (que no es lo mismo), rodea a los actores de esta obra y se enreda en sus vidas, sometiéndoles a una serie de círculos viciosos que sólo el asesino parece capaz de romper. Como en toda gran obra que se precie, podemos fácilmente salir de la historia para reflexionar, a través de ella, sobre nuestra relación con la muerte, los traumas que asociamos a la misma y la manera en que cada uno de nosotros ha logrado (o no) superarlos. Haruno, la detective Igarashi, los compañeros de trabajo del protagonista… todos tienen una historia que han dejado atrás, inconclusa y sin solución. El asesino parece querer decirnos que él será quien cierre el círculo si nosotros no nos vemos capaces de hacerlo. Nos conmina, de una manera retorcida, a romper con aquellos momentos de nuestra vida en los que la muerte nos impidió seguir creciendo y evolucionando.
Pero no sólo de la reflexión vive uno. Route End está muy bien escrita, el tono y la intensidad de la obra están perfectamente medidos y, más allá de que cada uno podamos tener nuestras teorías sobre quién es el asesino, resulta muy atractivo seguir los pasos de los personajes y sus evoluciones dentro de sus torturadas vidas. Nakagawa logra que no nos despeguemos de su manga desde la primera página y construye a unos personajes con los que resulta muy fácil empatizar. Más aún, logra que uno vuelva de cuando en cuando sobre sus pasos para releer éste o aquel pasaje, tratando de buscar pistas e interconexiones que apoyen la teoría que pueda tener cada uno acerca de la identidad de END. Norma está publicando la colección de forma bimestral y el siguiente tomo debería llegar en septiembre, así que ya sabéis, aún estáis a tiempo de engancharos a una interesante historia sobre la muerte y sus efectos sobre quienes deja atrás el que la abraza.
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