«Me descubría pensando en ti todo el tiempo…«

 

La mujer fatal es un arquetipo de villana que existe desde tiempos antiguos y que se caracteriza por utilizar su sexualidad (o simplemente su atractivo y la promesa de un después que nunca llega) para lograr sus objetivos a costa de la salud, el dinero y cualquier cosa que imaginéis del pobre desprevenido que cae en sus redes. En la vida real también existen las mujeres fatales, pero sería más correcto definirlas como psicópatas que utilizan la sexualidad como la vía de atadura y de perdición para con sus víctimas. La literatura y el arte ha sentido siempre una cierta fascinación por esta clase de personajes, pero es durante el auge del cine negro que vemos la máxima utilización de este arquetipo de personaje. Y Sin City no deja de ser una enorme novela gráfica con un profundo respeto y homenaje al noir en la que las mujeres ejercen el poder que les es dado de la mejor manera que creen conveniente para poder sobrevivir (e incluso medrar) en una ciudad tan cruel como inhóspita.

 

Dwight, el protagonista de esta segunda historia, trabaja como detective privado tras haber sido víctima de una de estas mujeres y pasar una muy mala racha. Un día, tras el trabajo, ella regresa con una historia de terror bajo el brazo y con una vaga promesa de volver a los brazos de nuestro protagonista. Comienza así una historia que tiene todos los ingredientes de una de las películas que he comentado antes: la mujer manipuladora, el sirviente leal y siniestro, el detective acabado y guaperas, las prostitutas reconvertidas en heroínas y únicas amigas de verdad del héroe… Y, como no podía ser d otra forma en esta serie de novelas de Frank Miller, la reutilización de paisajes y personajes entre historias que dotan al conjunto de más contexto y a cada historia particular de una mayor profundidad (en otras palabras, sí, Marv vuelve a salir y hace un papelón).

 

«Tenemos un problema Dwight. Yo no peleo con chicas«

 

Mataría por Ella nos presenta a un personaje, Dwight, al que merece la pena regresar. Lo que sabemos de él es muy poco, pero invita a la fantasía. Es un hombre atlético, solitario y poco locuaz que, sin embargo, no duda en lanzarse a la acción si alguien de su aprecio se ve arrastrado hacia el peligro. Es decir, una víctima perfecta para Ava, todo un ejemplar de femme fatale. Dwight cae en su juego y el resto de este tomo lo pasamos junto a él recibiendo palizas y disparos mientras investiga a fondo qué narices ha pasado y cómo ha podido ser tan imbécil de caer de nuevo en los mismos ardides. Por el camino tenemos de todo: sexo, depravación, palizas, tiroteos, persecuciones y cualquier cosa oscura que se os ocurra (incluyendo la traición del único policía que parecía ser honesto en esta gran ciudad del pecado).

 

 

Norma no se ha currado tanto este tomo como con el primero, así que no busquéis una gran sección de extras (apenas unas cuantas ilustraciones entre las que está la misma portada del tomo) al finalizar su contenido e historia, pero a cambio nos permite tener un tomo más de la excelente colección que nos estamos llevando a casa gracias a la editorial catalana en nuestras estanterías por el mismo precio que el primero (algo más de treinta y siete euros).