«¡¡Que os parta un rayo a todos!!«
Para verano de 2003 yo llevaba ya dos años gastados con alegría (y pocos resultados) en la primera de las dos carreras que terminaría por probar y para entonces series como Fruits Basket, One Piece, Fullmetal Alchemist o Shaman King pasaban de mano en mano entre mi grupo de amigas dejando clarísimo a qué le dábamos verdadera importancia en aquel entonces. De entre todas estas series hubo una que comencé a leer más por lo loquísimo de sus diseños que por su trama o sus personajes. Soul Eater me parecía un shonen más, pero con (al menos) un diseño llamativo y un protagonismo que se apoyaba un poquito más en una dupla chico-chica que en el típico chavalín adolescente de la práctica totalidad de mangas que pasaban por nuestras estanterías por aquella época.
Han pasado algo más de veinte años desde entonces y la nueva (y reconozcamos que fabulosa) edición de Norma Editorial del manga no sólo apela a mi nostalgia, sino que me invita a una muy sana revisión de una historia que no recuerdo terminar por aquel entonces de un mangaka que ha vuelto a triunfar desde entonces con la aclamadísima (también tengo que darle una oportunidad) Fire Force. Los veinticinco volúmenes de los que se componía la serie original quedan reducidos a diecisiete con una paleta de colores similar y con un personaje distinto en cada portada y todas las páginas a color que podamos desear. Una edición de lujo que me recuerda mucho a la que ya publicó la editorial hace algún tiempo con el manga de Hiromu Arakawa que mencionaba al principio de este artículo y que tan bien luce en las estanterías.
«No me cabe la menor duda de que van a morir«
En esta revisión de la serie nos encontramos en primer lugar con los tres episodios autoconclusivos que Square Enix publicó en primer lugar y como adelanto del manga. Esto nos permite entrar en contacto con los tres equipos principales de ‘técnico’ y arma-humana que van a protagonizar la historia. Por un lado tenemos a la pareja protagonista (Maka y Soul Eater) compuesta por el clásico héroe shonen despreocupado de la vida y la aún más clásica chica shonen cabreada con el universo, les siguen Black Star (un narcisista egocéntrico de cuidado) y su sumisa Tsubaki y cierra la terna Death the Kid (el hijo, con un TOC fortísimo, del actual señor de la Muerte y jefe de todos estos pirados) y sus dos compañeras-armas: Patty y Liz, que se convierten en sendas pistolas que el chaval sujeta del revés por alguna razón desconocida. Es decir, tenemos a tres grupos de inadaptados sociales (y desequilibrados mentales)como protagonistas de un manga que va sobre cobrarse las almas de noventa y nueve delincuentes y una bruja piruja.
Con poco me puedo quedar de este primer volumen más allá de que el arte de Ohkubo me sigue areciendo una pasada. La historia se nos queda en una sencilla introducción que nos habla de personajes con mucho camino por recorrer para convertirse no ya en agentes poderosos, sino en personas válidas dentro de la sociedad. En cualquier caso, nos encontramos ante un manga que se lee rápido y fácil y que nos lleva de vuelta a tiempos quizás un poquito más sencillos que los que vivimos hoy en día.
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