Chloe nos presenta a Catherine (Julianne Moore), una prestigiosa doctora que sospecha que su marido David (Liam Neeson) la está engañando. Para salir de dudas, contrata los servicios de Chloe (Amanda Seyfried) para poner a prueba la fidelidad de David. Las historias de Chloe, cargadas de pasión, sobre sus encuentros con David, hacen que Catherine se embarque en un viaje de redescubrimiento sexual y sensual. Pero, al abrir la puerta a la tentación, pone en peligro a su familia.
Chloe, que tiene en su reparto uno de sus mayores atractivos, no da la talla como thriller y muestra sus cartas demasiado pronto. El film se hace muy predecible lo que repercute negativamente en nuestro interés hacia la historia y los personajes. Algunas situaciones y conversaciones sacadas de la cinta original resultan forzadas, parecen impostadas. Es una película nada original, no por tratarse de un remake, sino porque al intentar desligarse de él se ha ido apropiando de todos los clichés posibles para construir la tensión dramática.
La intención de Egoyan de dar una mayor complejidad a Chloe a través de la relación de Catherine con su hijo, al que no deja «crecer» y sigue tratando como un niño, lo que conduce a un mayor distanciamiento entre ambos; o la suerte de amistad, que surge en un principio entre las dos mujeres, son el reflejo de las dudas de Catherine y la búsqueda de su identidad (tema recurrente en la filmografía del director canadiense). Aspecto este muy de agradecer, pero que por desgracia se resiente por el propio desarrollo de la trama principal (la prueba de fidelidad de Catherine) que, como ya se ha comentado más arriba, desemboca en un final harto predecible.
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