Con Enredados, Disney llegaba a su película número 50 con una clara pretensión: aunar la magia de sus clásicos con lo que el público actual demanda, y el resultado ha sido más que satisfactorio.
Los chicos de Disney vuelven a sus orígenes y adaptan un clásico, esta vez el de Rapunzel, pero modernizándose utilizando la animación digital y con unos códigos narrativos más cercanos a una de las entregas de Shrek que a La Sirenita. El humor cobra gran protagonismo en el film sin que se resienta el cuento.
Dos son los personajes sobre los que gira la historia de Enredados. Por una parte nos encontramos a Rapunzel, la joven princesa que vive encerrada en una torre tan solo con la compañía de su posesiva madre Gothel y de Pascal, un simpático camaleón. Su mayor anhelo es ver mundo y comenzar a vivir, algo que conseguirá gracias a nuestro otro personaje, Flynn. Este galán un poco canalla es un ladrón que huye de un caballo que se cree un perro y de dos bandidos a los que hizo una jugarreta.
La historia nos tiene preparadas pocas sorpresas. Como en la mayoría de los clásicos Disney, el desarrollo de la trama es muy evidente. [SPOILER] Incluso el final. La muerte de Gothel sigue uno de los modelos más socorridos por la factoría del ratón: precipitarse al vacío, tal como ocurriera con la madrastra de Blancanieves, Mufasa o Gastón (La bella y la bestia) [FIN SPOILER].
Lo interesante de Enredados son sus personajes, la riqueza de matices que muestran. Rapunzel enamora desde un primer momento con su mezcla de ingenuidad, valor y curiosidad que la lleva a conseguir lo que se propone. Junto a Gothel protagoniza una relación madre-hija cuasienfermiza pero muy divertida.
Gothel, la villana de la historia, recupera la tradición de los clásicos Disney de la figura materna siniestra y casi de cuento de terror. Ejemplos de esto son la madrastra de Blancanieves o Lady Tremaine (La Cenicienta). Es el retorno a esa madre que envidia a su hija por su belleza y juventud.
Los animales de la película son dos: Pascal y Maximus. Sin articular palabra alguna, ambos se muestran de lo más expresivos. Pero, mientras el camaleón arranca más de una carcajada con sus intervenciones; el caballo infantiliza demasiado la cinta.
Flynn por su parte, sigue la tradición marcada por esos «ladrones honrados» que fueron Robin Hood o Aladdín. La película se sustenta bien entre Rapunzel y Flynn, aunque la fuerza y la espontaneidad de la joven princesa a veces empequeñece al ladrón.
No sólo de personajes viven los clásico, y la música es otro de los grandes atractivos de Enredados. Los temas vocales, salvo el de los rufianes en ‘El patito frito’, están muy bien hilados y no entorpecen el desarrollo de la trama. Las canciones de Rapunzel están interpretadas en su versión original por Mandy Moore y -siendo justos- superan a los de la versión castellana, en estas últimas el personaje parece más adulto, mientras que en las originales el personaje transmite una mayor candidez.
Con Enredados la magia vuelve a Disney. Es un cuento de los de antes, que cambia los trazos a lápiz por la animación digital y tiene unos protagonistas de personalidad acorde a nuestro tiempo pero con toda la esencia de los clásicos.
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