Quince años después, Pixar Animation Studios, y su siempre ejemplar compañero de viaje, Walt Disney Pictures, nos presentan la culminación perfecta de una saga, una película que temíamos que se perdiera en las estanterías de los títulos destinados de cabeza al consumo en DVD.
Afortunadamente para todos, Pixar ha demostrado una vez más su habilidad extraordinaria para seleccionar algunas de las mejores historias de los últimos tiempos, y gracias a talentos como los de John Lasseter, director creativo de Walt Disney Pictures y Pixar, y productor ejecutivo de la cinta, a partir del 21 de julio podemos disfrutar de su última genialidad: Toy Story 3.
Pese a tener en sus manos a la gallina de los huevos de oro de la compañía, han dejado pasar el tiempo hasta tener en sus manos una historia que pusiera el broche de oro a la saga Toy Story, y así ha sido. Esta tercera entrega es toda una aventura cargada de acción, emotividad, nostalgia y humor, y que será recordada, como el resto de las películas de Pixar, no sólo por lo que nos cuenta la historia, sino por lo que hay detrás de ella.
Andy ya ha crecido y está a punto de marcharse a la universidad. Ante esta situación sus juguetes se muestran preocupados respecto a su propio futuro. Cuando todo parece indicar que su destino será el tranquilo retiro que supone el ático, todos terminan en una guardería donde les recibe Lotso, un amable osito de peluche que gobierna aquel idílico lugar. Sin embargo no todo es tan bonito como parece.
Y es que las aventuras y los problemas no se acaban para este grupo de juguetes capitaneados por el sheriff Woody y el guardián estelar Buzz Lightyear. Entre todos, Jessy, Perdigón, Rex, Ham, Slinky y el matrimonio Señor y Señora Patata; logran despertar con naturalidad la carcajada y poco a poco desprender la lágrima sin aparentemente buscarlo, aunque es incontrolable. Una vez más, y pese a una historia divertida frente a nosotros, como nos pasó con Up, vuelven con un arsenal emotivo de fondo – que te hace llorar como un niño – y que repasa la mitología de la franquicia en una historia nueva que mira hacia el futuro.
Es de nuevo un homenaje a la imaginación, a la amistad y a toda la generación de niños que crecimos con Toy Story, y que no podemos borrar de la memoria esa frase: ¡Hasta el infinito y más allá!
Porque vale la pena ser testigos del momento en el que Ken conoce a Barbie por primera vez – y le dedica un pase de modelos.
Porque las historias que vamos conociendo tras algunos de los personajes nuevos no tienen desperdicio y les dotan de matices que ya quisieran tener algunos personajes humanos de otras películas.
Porque vale la pena ver a Buzz Lightyear hablando en español con la voz de Diego El Cigala e imitando a un bailarín de flamenco (puede sonar a topicazo, pues sí, lo es, pero te ríes mucho).
Porque los diálogos vuelven a ser brillantes, y adaptan a la perfección en la historia temas y valores como la niñez, la muerte, la amistad, la soledad o la imaginación, en general, los inevitables cambios de la vida y cómo afrontarlos.
Porque nos acerca a un mundo de humanización de los juguetes que – lejos de ser espeluznante – se ha convertido en un símbolo de la animación que todos hemos admirado desde pequeños.
Porque no podría tener mejor final, ligeramente predecible – sólo para avispados – pero que deja a la sala entera con un nudo en el estómago, que algunos liberan con abundantes lágrimas.
En definitiva, la película del verano; para pequeños, medianos y mayores; pero sobre todo una obra maestra de un gigante de la animación que de nuevo se ha ganado al público y a la crítica. No os la perdáis.
PD: si no he comentado nada de que la película esté en 3D es porque no hay nada que decir del 3D, otra vez.
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