Denzel Washington y Antoine Fuqua presentan The Equalizer en el Festival de San Sebastián.
Es bastante correcto, pero muy agradable. Como les sucede a –casi– todos sus personajes. Denzel Washington se explayaba en la rueda previa a la entrega del Premio Donostia haciendo gala de su forma de ser: un tipo legal.
Acompañado por el director de The Equalizer, Antoine Fuqua, se dirigía al público con educación. Da igual que haya sido un villano ciertas ocasiones, él seguirá estando de lado de los desvalidos, bien sea como un ángel de la guarda, un letrado o un trashumante con un libro encima. Como lo que es en esta cinta: un protecto.
“Creo que después de ganar el primer Oscar la industria cambió la percepción que tenía de mí. Puede que algo menos con Training day porque ya llevaba más años trabajando”, dice con modestia cuando le preguntan sobre los galardones que ha recogido en su vasta trayectoria.
El primer Premio Donostia de color de la historia tiene buenas palabras para todos: para Obama –tenía que salir el tema de que él es el mejor candidato para llevarlo al cine–, o para el desaparecido Richard Attenborough, con el que trabajó en Cry Freedom “Fue un gran honor trabajar con él, era la primera vez que iba a Africa, que iba a Europa… Una gran experiencia”
El hombre correcto
Su perfección sobrepasa a su persona y a sus papeles, él sale bien parado siempre. Y por mucha violencia que desplieguen sus películas, como es en este caso, donde, como bien apuntaba Fuqua, lo que intentaron al desarrollar el guion era basarse en plena realidad, y el público va a estar a favor del personaje, a favor de Denzel. Como apuntaba el realizador, “Denzel engrandeció una historia que ya de por sí era potente”.
Pero el actor mantiene las formas, y sabe salir bien parado con modestia y simpatía. Al preguntarle sobre su opinión sobre el cine español, cambia de tercio fácilmente y se dirige a un tema que conoce mejor “¿Que ha pasado con la selección española de baloncesto? ¿Qué sentía presión? ¿Hacia Francia?” Y mientras las risas del público continuaban, él vanagloriaba a nuestras estrellas patrias de la NBA, los Gasol y Calderón.
Un actor responsable
Ama la sensación que le aporta el teatro y no echa en falta ningún personaje que al final no cayó en sus manos. “He tenido la suerte de hacer muchos papeles, pero no surgen de la nada, tienes que ser la persona adecuada. No lamento lo que me ha sucedido. Todo lo que he hecho me ha traído aquí, hasta San Sebastián”.
Porque Denzel, –que se extraña cuando le dicen qué bebida va a escoger esta noche– es un hombre honrado, seductor a sus envidiables casi sesenta años y trabajador “Espero ser un ejemplo a los que empiezan. Es un honor que le reconozcan a uno cuando ha trabajado duramente. Es el mensaje que les doy a mis hijos y también a los nuevos en la profesión: formarse, luchar y trabajar”.
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