Una de las últimas sorpresas de Distrito Manga ha sido la de recuperar Old Boy para su incipiente catálogo. Lo hace además, en una edición coleccionista que se diferencia del formato habitual de la editorial en que viene presentado en forma de kanzenban (suelen equivaler a dos tankōbon y sus dimensiones son mayores) y tapa dura. Una elección que quizás supone un sobrecoste, pero que le sienta muy bien a la obra de Garon Tsuchiya y Nobuaki Minegishi.
«Clávame un cuchillo y busca dentro, por favor«
Siendo una de las obras capitales del manga de finales del s.XX (se publicó originalmente entre 19996 y 1998), Old Boy es también una de esas grandes obras desconocidas entre el gran público, más celebrada por su adaptación al cine (de nada menos que del surcoreano Park Chan-wook), que por sí misma. Suele pasar cuando dicha adaptación se convierte en filme de culto, su original gana fama, pero la sombra de su adaptación tiende a devorarla. Si no me creéis, pongamos otro ejemplo: Snowpiercer (película también dirigida por Park Chan-wook). ¿Cuántos conocéis y habéis leído el cómic en el que se basa?
Si conocéis el manga de Tsuchiya y Minegishi esta es una excelente oportunidad para renovar vuestra edición. Y si no, pero habéis visto la película (o incluso el remake de Spike Lee con Josh Brolin de protagonista), podréis descubrir una visión más introspectiva pero igualmente absorbente de la misma. Y si no conocéis ni el filme ni el cómic… ya tenéis deberes.
Tomando como punto de partida alguna de las dos adaptaciones al cine (que será el caso de la mayoría), esta versión no resulta tan visceral (al menos en lo que respecta a este primer volumen que tenemos entre manos) y sus imágenes no impactan tanto (es difícil compararse con un esteta como Chan-wook), pero la sensación de incertidumbre y de injusticia sobre el protagonista durante los primeros compases de los filmes están muy presentes. Aunque los modos son distintos y los enfoques tienen notables matices, la esencia es la misma. Esta es la historia de un hombre comprometido con una venganza.
Este primer volumen tiene por misión introducirnos en el mundo de Gotô. Lo hace, además, con calma, tomándose su tiempo para presentar personajes y situaciones, así como para que Gotô comparta sus pensamientos con nosotros. Como él, no disponemos apenas de información y vamos revelando las piezas del intrincado puzle a su vera. Los autores nos ponen al nivel de su protagonista con todas las consecuencias, buscando así que nuestro grado de empatía se acentúe y que vivamos la historia con la misma intensidad. A este respecto es muy interesante cómo juegan con la frustración -presentando al responsable del secuestro de Gotô diez años atrás, pero sin revelar sus motivaciones ni su identidad- para alimentar la tensión y enganchar a los lectores al viaje sin retorno que va a emprender su protagonista.
Todo esto explica también la relativa pausa en la narración. El protagonista «vuelve a la vida» sin recursos y sin información. Han pasado diez años desde que le arrancaron la libertad y, en estos primeros compases, tiene que gestionar tanto la sed de venganza alimentada durante tantos años, como la recobrada libertad. Diez años son muchos y Gotô tiene demasiado que asimilar. Es una narración pausada en apariencia, porque según el protagonista se va aclimatando y consigue tener una actitud más activa respecto a sus necesidades e intenciones, la historia comienza a acelerar su ritmo. Como decía en el párrafo anterior, en todo momento vamos de la mano del protagonista. Si él necesita espacio para reflexionar, es lo que tendremos. Si se mueve por un impulso repentino, nosotros también. Este es un viaje en el que iremos juntos hasta el final.
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