“Evoluciona o muere”. Resulta muy interesante cómo el tagline con el que se vendía el crossover arácnido El otro funcionaría también de igual manera en el siguiente evento de gran alcance de la editorial: Civil War. Un evento, del que además, la serie de J.M. Straczynski (dada la importancia que tendría Spiderman en él) haría las veces de prólogo.

“La democracia… me encanta”

Y esto es lo que nos encontramos en el presente Marvel Saga publicado por Panini Cómics: el desenlace de la aventura El otro y el camino que conduce a la Civil War y a uno de los puntos de inflexión más importantes en la trayectoria de Peter Parker de lo que llevamos de siglo; que parece mentira, pero ya han pasado 18 años de la publicación de estas aventuras.

La trama de la muerte y resurrección de Spiderman en El otro se termina desinflando en esta segunda parte. Las cosas como son. Sobre todo porque, visto con perspectiva, muchas de las ideas aquí lanzadas -sobre todo referentes a las nuevas y mejoradas habilidades de nuestro protagonista- irían cayendo poco a poco en el olvido, hasta el punto de que a día de hoy todas ellas son cosa del pasado. Lo único que trascendió fue la significación de Spiderman como héroe totémico, que no es poca cosa (dada la evolución posterior del personaje y su mitología), pero no deja de producir relativo pesar ver cómo las ideas van y vienen y años después el personaje ha evolucionado más bien poco.

La chicha de este tomo de Panini Cómics radica en la segunda parte del mismo, la referente al prólogo de Civil War. Cuando todos han superado el conato de trauma, Tony Stark le ofrece su mano a Peter para que se convierta en su segundo de abordo. Y ya sabemos cómo acabaría todo, pero es muy interesante ver cómo se relacionan entre sí el pensamiento práctico y estratégico de un tipo como Iron Man con el idealismo irreflexivo de alguien como Spiderman.

En tiempos de paz ambos formarían un poderosísimo equipo, pero en otros más oscuros, como los que se empiezan a dibujar en estas páginas hay un evidente desequilibrio de poder en el que Spidey tiene las de perder. Y es comprensible, pues Peter está en una posición en la que se siente en profunda deuda con Stark gracias no solo a la oportunidad laboral que le ha ofrecido o a su flamante traje nuevo (es en estas páginas donde debuta Iron Spider), sino porque le abrió a su familia y a él las puertas de su casa y de los Vengadores. Y ya sabemos la debilidad de Parker respecto a las mujeres de su vida. Así, si Tony le dijera que saltase, Peter preguntaría ¿hasta dónde?

¡Ay! Habría sido súper interesante que el guionista hubiese explorado en profundidad estas cuestiones, pero el calendario manda y lo que imperaba era tender puentes hacia Civil War y el desenmascaramiento de nuestro héroe ante la opinión pública. Otra de esas decisiones valientes, fruto de la evolución orgánica de la serie, pero que el tiempo terminaría matando en favor de una vuelta a un contexto más atemporal. Las cosas de los cómics.