«Lo que toca la mano de Olvido no tiene continuidad. La fatalidad más allá de la muerte«
Doble entrega del Inmortal Thor de Al Ewing para cerrar su primer año al frente de esta colección. Abrimos este doblete con el cierre del cruce de esta colección con la miniserie de Jonathan Hickman D.I.O.S.E.S. y nos quedamos igual que como nos quedamos con aquella historia (a cuadros) y seguimos con una nueva trama para la que el dios del Trueno le pide ayuda a Hércules para una misión que va a implicar la aparición de una nueva diosa que se pasea entre panteones y que viene a ser el centro de la siguiente prueba que Loki le pone al protagonista de esta colección marvelita. En líneas generales, la cabecera sigue dando tumbos, si bien la saga que ahora comienza prometa avanzar más por donde se nos prometió que iba a transitar.
Como decía, poco puedo añadir de El Inmortal Thor #11 (#154). D.I.OS.E.S. ha sido una fumada importante de principio a fin y gran parte de las cosas que creíamos que se iban a contar en esa miniserie no han llegado nunca a cristalizar. De entre todas ellas, el tema del caos, la entropía y las cajas con dioses dentro parecía ser el que más enjundia podría llegar a tener, pero al final al guionista le interesó más desarrollar el tema de la relación entre dos de sus personajes que los principios multiversales sobre magia y divinidad dentro del universo de la Casa de las Ideas. Y, a la espera de que Marvel decida si hay o no una nueva cabecera para el señor Hickman, lo que estaba claro es que Al Ewing no iba a ser quien desvelara los planes e intenciones de su colega en la editorial estadounidense con este capítulo.
«¡Porque la negra angustia no me es desconocida, criatura!«
Y así llegamos al número doce de esta colección que trae Panini a España. Thor viene de recibir de lo lindo a manos de la Encantadora y el Verdugo. No tanto en el plano físico como en el espiritual (hay que recordar que entre ambos villanos se han cargado a Dario Agger y le han encasquetado el muerto al bueno de nuestro protagonista, dañando con ello la propia historia del personaje en Midgar). De nuevo parece que aquí prosigue la historia del dios del Trueno, pero lo cierto es que todo está tan enrevesado y complicado que me cuesta un poco saber hacia dónde narices nos estamos dirigiendo.
Mención aparte merecen las portadas de Alex Ross. Y es que vaya como vaya la serie, con ilustraciones como la que corona este artículo da gusto ponerse a leer lo que sea. Llegará un momento en que este señor se retire y entonces nos vamos a pegar por ver sus portadas expuestas aquí y allá, porque muchas podrían considerarse ya mismo historia pura del cómic americano, si no, incluso, parte de la propia gran tradición estadounidense de artistas del siglo XX-XXI. Hay, sin duda alguna, muchos artistas que se le acercan en talento, pero no hay a día de hoy ninguno que haga lo que él hace con personajes como Thor o Hércules, al bajarlos a la esfera de los mortales y hacerles participar en un pulso en mitad de un típico restaurante americano. Una auténtica fábrica de clásicos.
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