Ese fugaz vistazo al futuro en el cierre del segundo tomo de Magic: The Gathering – Destruye a toda la humanidad. No puede ser regenerada. se ha quedado en eso, en un fugaz vistazo. Abierto el tercer voumen del manga publicado por Panini Manga, la acción vuelve a su cauce habitual y vemos Hajime y Emi estrechan su relación y se lanzan indirectas que -como siempre en estos casos- caza todo el mundo menos los dos interesados.

 

«Tenemos los días contados«

 

Ya después de tres tomos la estructura de la obra de Katsura Ise y Takuma Yokota parece estar más o menos clara y asentada. El marco temporal lo marcan -valga la redundancia- las cartas Magic. Las diferentes expansiones del juego o los torneos del mismo son quienes sitúan el contexto de la acción. Así, por ejemplo, avanzamos rápidamente al otoño en estas páginas, cuando en el volumen anterior nos encontrábamos en pleno apogeo veraniego. Ello para que la acción coincida con el lanzamiento de «La saga de Urza». Detalles, que si bien a quienes sean ajenos al universo Magic les dirá más bien poco, a quienes estén dentro de él, según la edad que tengan, les llevará directamente a su adolescencia.

 

Respecto a la aventura en sí, Magic sigue siendo importante porque parte de la acción está enfocada a explicar todo lo que hay alrededor del juego (desde el funcionamiento de los eventos o torneos a tips de cómo crear mazos) y a plantear partidas al más puro estilo shonen.

 

 

La otra parte de la acción (más o menos van al 50% cada una) tiene puesto el foco en su pareja protagonista. Y esta es, en buena medida, la parte más importante, porque de cómo se construye esta depende nuestro interés lector. Y por el momento nos tiene enganchadísimos con su ternura nostálgica y su sentido del humor.

 

Presentamos ya como deben Emi y Hajime, el equipo creativo del manga se pone manos a la obra para dotar de personalidad a su reparto de secundarios y crear así las condiciones para futuros salseos. Aquí cobran importancia Kurushima y Yakumo, cuyas interacciones con nuestros protagonistas aventuran futuras tensiones (las últimas páginas de este tomo nos dejan con un «horrible» cliffhanger en el que vamos a estar pensando hasta que salga el próximo volumen) y permiten que veamos diferentes facetas tanto de Hajime como de Emi.

 

El peligro, si se le puede llamar así, que atisba la serie es que las dinámicas centradas en Magic empiecen a opacar una trama que exija más presencia y los recursos de las peleas shonen dejen de ser efectivos cuando los autores abordan las partidas y sus explicaciones. Esto siempre, claro está, desde la perspectiva ajena al juego.