Jonathan Hickman preparó el terreno y Deniz Camp es el responsable de abrir el camino. Así es como debemos entender a esta nueva iteración de los Ultimates (Vengadores) que arrancan oficialmente en este primer tomito de tres números publicado por Panini Cómics.
“No, es una revolución. Las reconozco cuando las veo”
Y es que aunque su huella se sintiera por primera vez en la miniserie Ultimate Invasion, es aquí donde Tony Stark (Iron Lad) y Reed Richards (Muerte) realmente deben demostrar de qué pasta están hechos. Ocurre en el nuevo universo Ultimate lo mismo -más o menos- que en la ya extinta Krakoa. Hickman propuso las reglas y el resto de guionistas y dibujantes creaban a partir de ellas, con el patriarca reservándose para sí la cabecera “principal”.
En esta ocasión, sin embargo y siempre y cuando no nos tenga reservada ninguna sorpresa que lo cambie todo, Hickman se reservaba para sí la vida de Peter Parker y dejaba en manos de otros los destinos de series como X-Men o la que nos ocupa, Ultimates. Los mutantes ya hemos visto que van por libre, pero ¿y los vengadores?
Siendo quienes en 18 meses (en tiempo Marvel, aunque todo indica que también en el nuestro) han de plantar cara al Hacedor y que su misión radica en devolver a su Tierra la esperanza robada (es decir, crear las condiciones para la aparición de aquellos héroes a los que el malvado Richards quitó la posibilidad), es de suponer que esta es la serie que debemos leer si solo tenemos tiempo o dinero para una y queremos estar al tanto del contexto general del universo Ultimate.
Pasa, sin embargo, posiblemente fruto de las expectativas, que este primer contacto con los Ultimates no sorprende tanto como debería. Que Camp apueste por Avispa y Hombre Hormiga, dos de los vengadores originales, como primeros reclutas de su nuevo grupo cuando la Patrulla-X se comporta como un verso libre que rompe con todo, Spiderman y el Duende son aliados y en casa ¡Reed es Muerte!, es -digamos- demasiado conservador.
Sí, los contextos e historial de los personajes son diferentes, pero por ese mismo motivo el terreno era -y es- propicio para jugar y hacer apuestas más arriesgadas. Y sí, la reformulación de Bruce Banner y Hulk nos da lo que estamos pidiendo, pero no deja de ser herencia de lo planteado por Hickman. Es decir, se echa en falta una mayor valentía por parte de Camp.
Siendo justos, solo llevamos tres entregas y el guionista tiene margen para hacer definitivamente suya la cabecera. Pero el primer contacto parece más un préstamo o alquiler de unos personajes sobre los que no tiene verdadero control y todo se supedita al plan maestro que tiene Hickman en mente respecto al Hacedor y la configuración de este mundo.
Con todo, es un primer contacto notable. Las ideas sobre las que se cimienta esta realidad tienen muchísimo potencial y reflejan, como pocos cómics en la Marvel actual, el estado de ira y frustración del mundo actual, en el que las palabras no valen nada, los hechos están supeditados al relato y la violencia -verbal y física- nos guía. Quizá, parafraseando a este Steve Rogers que lo ha perdido todo -incluso su país-, lo que necesitamos es una revolución.
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