Lobezno y la Patrulla-X: Alfa y Omega

Lobezno y la Patrulla-X – Alfa y Omega: Choque de trenes

Lobezno y la Patrulla-X: Alfa y Omega«Deportistas, conformistas, pequeños capitalistas«

 

Ya he declarado varias veces por aquí mi amor incondicional por Jason Aaron y su fantástica manera de sacar oro de cada personaje que cae en sus manos. Gracias a él Lobezno y la Patrulla-X se ha convertido en la serie mejor valorada de la franquicia mutante durante 2012 y esto ha dado lugar a que no pocos autores quieran experimentar con el rico microcosmos que el autor de Jasper, Alabama, ha creado para nuestro disfrute personal. Un ejemplo ya os lo comenté con la última entrega de Los Vengadores vs. la Patrulla-X: el personaje de Ave de Guerra ha saltado de la serie de Aaron a las de otros guionistas gracias a un innegable atractivo que va más allá del físico de esta representante de los Shi’Ar.

 

Brian Wood, es un autor muy disperso por nuestras editoriales (DMZ para Planeta, Northlanders para ECC…), lo cual nos puede dar una idea de lo que se pueden pelear unos y otros para publicar sus trabajos. Este neoyorkino ha sido uno de los últimos en sentirse fascinados por el trabajo de Aaron con Logan y su manada de mutantes adolescentes. Más concretamente lo ha hecho con la relación entre Quentin Quire y Lobezno. El primero, con su pelo rosa y sus poderes desmesurados, se ha convertido en uno de los pilares de esta etapa editorial al ser uno de los causantes (con ayuda) del desencadenamiento del Cisma entre Cíclope y Logan. Se trata de un adolescente con más malas que buenas ideas y un nulo respeto a la autoridad. Autoridad que está ahora personificada por Lobezno, un tipo casi indestructible, con una mala leche inagotable y que antiguamente fue el encargado de llevarle la contraria al director del Instituto situado en Westchester County. Como bien dice Lobezno en el cuarto número de Lobezno y la Patrulla-X: «Recuérdame que llame al Profe X y me disculpe. Acabo de darme cuenta de lo irritante que era yo antes«.

 

«Puedo aseguraros una cosa: Mi subconsciente me odia a muerte«

 

Wood inicia su historia justo antes del viaje espacial que se marcaría esta pareja en los número 3 y 4 de la cabecera de Jason Aaron, justo después de librarse del molesto Kade Kilgore. Es decir, se va a uno de los pocos momentos de calma en el Instituto Jean Grey. Allí nos plantea una trampa psicológica del chico Omega al ex-Arma X que pillará a Armadura de por medio y que terminará estallándole en la cara a Quire cuando se dé cuenta de que no es tan fácil dominar a una máquina de matar tan perfecta como lo es el hombre de las garras de adamantium. El porqué del ataque es de lo más básico: Quire es un chaval con demasiado poder que querría tener una décima parte del respeto que todo el mundo le profesa al director del instituto y, como cualquier adolescente en su situación, busca ser reconocido a través del enfrentamiento con la autoridad.

 

Las razones editoriales para sacar adelante esta historia son bien distintas. ¿Cómo hacemos para que dos egos tan elevados y dos personalidades tan diferentes puedan perseguir un bien común? Enfrentémosles, hagamos que luchen para que, medidas sus fuerzas (tanto en el terreno psicológico como en el físico) puedan aprender a valorar las virtudes del oponente. En resumen, si van a seguir soltándose borderías cada vez que se vean (y bien divertido que es leerlas), al menos que haya un poso de respeto entre ellos que ayude a madurar a uno e impida que el otro le arranque las tripas.

 

Lobezno y la Patrulla-X: Alfa y Omega

 

«Me siento viejo, pero no marchito«

 

El autor se ha rodeado por dos dibujantes bien distintos para dejar bien claro el uso de distintas «realidades» en el cómic. De la realidad auténtica se ha ocupado Roland Boschi (Ghost Rider, Punisher) y del constructo creado por Quire se ha hecho cargo Mark Brooks. Mientras que este último, un artista relativamente nuevo, nos deja un buen puñado de imágenes en la retina, Boschi no termina de convencer. El problema viene sobre todo de la manera que tiene Boschi de dibujar a Quentin Quire, que parece un treintañero dibujado sin ganas. Pero también Rachel Grey o el propio Logan se ven afectados por la «alternativa» visión del ilustrador.

 

Más allá del dibujo (sobre gustos no hay nada escrito) nos encontramos frente a una historia corta, extremadamente fácil de leer (engancha) y muy bien construida que ya ha agotado una primera edición en la tienda online de Panini. El tomo, de apenas nueve euros, viene acompañado de las portadas y de un prólogo escrito por Bruno Orive que nos resume la historia hasta el momento del alumno más irreverente del Instituto Jean Grey y nos cuenta cómo se enfrentó a este reto Brian Wood.

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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