«Tiene mucho más que ofrecer al mundo que únicamente las garras«
Se nos está haciendo eterna la etapa de Jason Latour al frente de Lobezno y la Patrulla-X. Ya apuntó maneras cuando nos vendió la infumable saga de la Corporación Fénix y ahora, cuando quedan menos números por publicarse que dedos en la mano de un entrenador de cocodrilos, el guionista ya ni se molesta en tratar de escribir historias interesantes que dignifiquen el final del mutante de las garras de adamántium al frente del Instituto Jean Grey en Wetchester. Esto se traduce en unos capítulos lentos, con guiones toscos y sin apenas acción ni humor que los fans terminan comprando por aquello de completar una serie que Marvel no ha sabido llevar por el buen camino pese a su brillante pasado.
Así, os presentamos hoy tres grapas que exploran distintos aspectos del día a día de Logan en sus últimos días sobre la faz de la Tierra… 616 (¿o acaso no habéis visto lo que nos espera?). Hablaremos hoy sobre su pasado reciente, sobre su presente junto a Tormenta y sobre el futuro de uno de sus alumnos predilectos a su pesar. ¿Con qué nos deja eso? Pues con dos números para febrero y marzo en los que apenas tendremos tiempo de llorar la muerte del tapón peludo antes de que, en abril, Panini estrene su serie heredera (¡y tanto, comparten hasta numeración!), protagonizada por cierto trepamuros querido por todos.
«Quizá sea raro que haya esperado tanto«
Pero vayamos por partes. En Lobezno y la Patrulla-X #30 Latour recupera a un personaje que ya introdujo Jason Aaron en su etapa al frente de la colección de Lobezno para tratar de reflexionar sobre cómo afronta éste su inminente fin y cómo quiere que le recuerden los demás. El problema es que no cuenta nada que no se haya tratado mil veces más. Todos sabemos perfectamente que Logan es de los que hacen la buena acción y esconden la mano. El de Canadá nunca ha buscado un reconocimiento que no cree merecer, sino que ha vivido tratando de reparar los errores del pasado para darle a los mutantes más jóvenes un futuro más tranquilo en el que poder desarrollar al máximo su potencial. El guionista opta, sin embargo, por ninjas y peleas ganadas de antemano para meter con calzador los personajes de Melita y Daredevil (imaginamos que antes del viaje de éste a San Francisco) y a partir de ahí vendernos un popurrí de escenas dibujadas a seis manos por Massimiliano Veltri, Marc Deering y David Messina. Lamentable.
Algo mejor es Lobezno y la Patrulla-X #31. Con la excusa de una cena romántica entre Lobezno y Tormenta, Latour se saca de la manga una aventura autoconclusiva con un fuerte aroma a nostalgia en el siempre cambiante paisaje de El Mundo (ya sabéis, el gigantesco laboratorio encerrado en una pequeña bola y con un transcurrir del espacio un tanto distinto del que sufrimos los habitantes del exterior). Logan y Ororo tienen la versión mutante de una cita romántica en la que hay combates, aprendizaje, e incluso reinados y vidas sencillas alejadas del mundanal ruido. Latour saca partido del laboratorio creado a principios de este siglo para mostrarnos no sólo la cara más tierna del «mejor en su trabajo», sino también para darle a Logan unos últimos días de paz antes de su apoteósico final.
«Somos la Patrulla-X, Logan. Para nosotros esto es romance«
Para cerrar esta tríada de cómics, en el número #32 de la colección el guionista se alía con Jorge Fornes para llevarnos a la fiesta del decimoséptimo cumpleaños de Quentin Quire. Lo que pasa allí me da más pena que asco. A mi parecer Jason Aaron se tiró año y pico construyendo una serie de relaciones y situaciones personales entre los alumnos del Instituto Jean Grey que Latour se ha encargado de tirar por el retrete en apenas tiempo. ¿Dónde está la serie centrada en los alumnos que me conquistó? ¿Por qué cada vez que salen en primer plano ahora Idie y Quire no siento más que náuseas?
Haber llegado a esta situación con lo que me gustaba esta serie… Jason Latour antes me daba algo de pena por aquello de ser un Terminator de series, ahora ha logrado que encare con muy pocas ganas el próximo proyecto en el que se embarque. Todos sabíamos que el tono de la serie iba a oscurecerse tras la partida de Aaron, pero es que Lobezno y la Patrulla-X ha pasado de ser un circo a un velatorio. Y eso no mola nada.
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