«Nadie me dice quién ser«
Me imagino un día en la vida de Jason Latour. De pronto suena su teléfono:
– ¿Diga?
– Hola. Somos tus jefes en Marvel y hemos pensado en proponerte una serie.
– ¡Genial! Soy todo oídos.
– Se nos ha ocurrido que se ocupe del Soldado de Invierno. Recogería el testigo del gran Ed Brubaker, que ha hecho un trabajo excelente, pero ahora se quiere centrar en sus proyectos en Image.
– ¡Estupendo! He pensado en una gran saga que…
– No, no. Le damos cinco capítulos. Luego cancelaremos la serie y a otra cosa.
– Pero…
– Lo toma o lo deja, señor Latour.
Y lo tomó, firmando una saga que cerraba la colección de Bucky en 2013 con un sabor agridulce. Tras eso no supimos del bueno de Latour hasta que…
– ¿Diga?
– ¿Señor Latour? Su amigo Jason Aaron se ha visto obligado a dejar Lobezno y la Patrulla-X para dedicarse a Pecado Original, Thor y algunas series que aún no podemos desvelar. Nos ha dicho que usted estaba libre y que sus estilos coincidían.
– ¡Claro! He pensado en un arco que involucre al futuro, el pasado y a mi tía de Cuenca que…
– Lo que usted diga. Pero que sea cortito, pensamos matar a Lobezno sin piedad y la serie durará hasta finales de año como mucho.
– ¡Pero…!
– Señor Latour. Somos editores ocupados, no nos haga perder el tiempo.
«Has matado por mucho menos, ¿verdad niña?«
Así es. Marvel tiene en el pobre de Latour a un enterrador de series de primera. Con la capacidad suficiente como para firmar guiones aceptables, pero sin la genialidad que obligue a alargar las series más de lo previsto. Un Terminator en toda regla, vamos. Pero cualquiera se termina cansando de una vida creativa así y a Latour se le nota desganado en una serie que con toda seguridad verá su final en España durante el primer trimestre de 2015 (con un reemplazo al frente del Instituto Jean Grey que os va a dejar a cuadros) y en la que cualquier desarrollo de personajes ya se ha dado o no da tiempo a preparar. En una colección en la que el guionista sólo puede dejarse llevar por lo escrito por su predecesor y en la que el final está marcado no podemos esperar grandes sorpresas, pero es que el embrollo que nos propone Latour cansa desde el primer número y va a dar muerte a la serie sin honor ni buenos recuerdos.
Hemos pasado de la magia de Jason Aaron a la hora de manejar a un reparto creciente de personajes carismáticos a la casi completa incapacidad de Latour para gestionar eficazmente la terna formada por Quentin Quire, Idie y Evan. Cierto es que a mitad de la trama el guionista trata de sacar al tablero al resto de estudiantes (excepto Nydo, que ha debido ser devorado por el vacío), pero sus aportaciones siempre quedan a la sombra de las de Idie en el instituto (se pasa de mostrarnos a una chiquilla asustada de sí misma y temerosa de su poder a la más guay de la clase). Quire va dando bandazos a través de las páginas del cómic y la revelación final del por qué de toda esta trama lo deja en un lugar francamente lamentable haciendo que todo el crecimiento generado por Aaron se haya quedado en nada. Evan, por último, sigue siendo un pelele al que todos temen y todos tratan de salvar. Desde que salvara el día en el X-Force de Remender, el clon de Apocalipsis no ha vuelto a usar los puños en prácticamente ninguna ocasión. Vaya tres protagonistas.
«Como siempre digo, si vas a fallar hazlo épicamente«
Pero no todo son fallos por parte de Latour. Doop, bastante olvidado salvo por ese épico capítulo que le dedicaron Aaron y Allred, vuelve con fuerza en Lobezno y la Patrulla-X #27-28 y parece ser que el guinosta le tiene bastante pillado el humor al primo mutante de Moquete porque su participación en la lucha contra el fiel John es, como mínimo, descacharrante. También nos deja el guionista con su propia visión acerca del futuro de Logan, haciendo ver por una parte que su tiempo parece haber pasado y, por la otra, que su más que cantado regreso podría tener a Quire como uno de los actores principales (me estoy imaginando una escena de indescriptible paz en el más allá cortada en seco por un insoportable chico de pelo rosa).
Mahmud Asrar hace un buen trabajo a los lápices y nos deja algunas ilustraciones (como la que precede a estas líneas) para el recuerdo. Pero hasta en el apartado gráfico esta serie parece abocada a morir en la deshonra. Para el número que cierra el arco del Mañana Nunca Aprende los directivos deciden premiar el buen trabajo del dibujante turco con su traslado a la Nueva Patrulla-X de Bendis, lo cual estaría muy bien de no ser que para el cierre de la saga lanzan a Lobezno y la Patrulla-X a Pepe Larraz, David Messina y Massimiliano Veltri, cuyos estilos se asemejan bien poco y cuyas múltiples maneras de enfocar a los personajes terminan por acrecentar el mareo que esta etapa ha producido en los lectores.
En fin, a partir del mes que viene Latour y toda una caterva de dibujantes se enfrascarán en una serie de capítulos autoconclusivos que precederán al cierre de esta colección en cuanto su título, por razones obvias, deje de tener sentido. Los lectores nos limitaremos a tratar de imaginar que Lobezno y la Patrula-X #24 fue la última entrega de la colección.
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