Superada con fortuna la saga Universo Spiderman (pero no olvidada, ya que gracias a Secret Wars volverá a la actualidad), nuestro amigo Peter Parker vuelve a meterse en líos de la mano de uno de los autores que mejor partido han sabido sacarle: Gerry Conway.

El veterano guionista retorna a la vida del trepamuros, además, con los deberes bien hechos. Lo que prometía ser una historia cerrada, alejada de la continuidad del personaje. Una excusa para que Conway jugara con el personaje. Y sin embargo el autor se ha preocupado de anclar esta saga en el momento actual en que se encuentra Parker, aún resacoso de su viaje por el multiverso, haciendo referencias a etapas o acontecimientos recientes (como Spiderman Superior) y aprovechando la nómina de los secundarios contemporáneos, como Anna Maria Marconi o el Rey Duende. Sin olvidar, como debe ser, algunas de sus creaciones como Lápida o Cabeza de Martillo.

Lo sencillo, y lo que habrían hecho muchos otros en su lugar, habría sido construir algo al margen de la continuidad, pero quien fuera responsable de la muerte de Gwen Stacey hace un profundo ejercicio de coherencia para que su historia encaje perfectamente en el momento en que vive el personaje.

Conway plantea un argumento que teje sus redes en el género policial y las organizaciones criminales. Devuelve a Spiderman a la calle y lo mete en los bajos fondos neoyorkinos para intentar poner freno a una guerra de bandas que ha salpicado incluso al cuerpo policial de la ciudad. Pone en el centro, además, a la capitana Yuri Watanabe, adentrándose en el día a día del cuerpo y explorando el cómo la corrupción puede quebrar a las personas en apariencia más íntegras. Es ahí donde está la clave de esta historia que toma por nombre Espiral. Conway conforma un relato de aprendizaje para Peter Parker quien, con su positivismo exacerbado, muchas veces se niega a ver la extensa escala de grises en las que nos movemos y que cualquiera de nosotros, en determinadas situaciones, podemos sumirnos en la oscuridad.

A la historia de Conway la acompañan las dos series arácnidas de las que hablamos en el último artículo: Spider-Gwen y Seda. La primera tiene un look más urbano, recoge el testigo del tono más dramático que imprimió Marc Webb a su intento de saga cinematográfica con Andrew Garfield y toma a una Gwen adolescente. Por su parte, Seda vendría a ser el contrapunto femenino de The Amazing Spider-Man. El tono de comedia de acción es muy similiar al de la cabecera principal e incluso Peter participa como secundario recurrente. Dado que Seda nació de las páginas del lanzarredes es normal esta interacción y Robbie Thompson dota de gran naturalidad a las interacciones de Cindy Moon con los aliados de Parker (desde Jonah Jameson a Gata Negra) y poco a poco los va engarzando en su propio cosmos. Se trata de dos series a tener muy en cuenta, por lo que es una pena que Panini no haya tenido la valentía de ofrecerlas de forma individual en lugar de integrarlas en el tomo mensual de El asombroso Spiderman.