«La única cosa que siempre ha querido… pero no puede tener«
Ayer fui al cine a ver la nueva locura de Sony con Miles Morales y su Spider-Man saltando de universo en universo, dando sentido a cosas que ni necesitaban ser explicadas y haciendo que a un servidor se le saltaran las lagrimillas ante la orgía visual que estaba presenciando. Hoy, ya descansado y pudiendo echar la vista atrás, pienso que quienes se hubieran metido en aquella película sin ver su predecesora del año 2018 seguramente andarían perdidos durante una buena parte del metraje (sobre todo al comienzo del mismo). Sin embargo la historia está tan bien contada y es tan divertida de seguir que llega un momento en el que te da lo mismo si recuerdas cosas de la entrega anterior o no, simplemente te acomodas en tu butaca y te dejas epatar por todo lo que está ocurriendo en la gran pantalla.
Escribo esto porque con las historias comiqueras en las que varios universos alternativos entran en juego (o en colisión) hay que tener mucho cuidado. O la propia historia se sustenta por sí misma en base a su funcionamiento o a su independencia, o la propia editorial incluye una suerte de prólogo que nos ponga en situación a todos (los que estén al día y los que no) y nos permita entender mejor qué es lo que va a ocurrir en las páginas del álbum que tenemos entre manos. Sin embargo Guerra por Tierra 3 no hace ninguna de las dos cosas, ni es independiente (de hecho este cómic abre y cierra con dos especiales, pero también incluye un número del Escuadrón Suicida, otro de Flash y otro de Teen Titans Academia) ni ECC se molesta en hacer una mínima introducción hacia lo que vamos a leer. ¿El resultado? Un cacao de ciento sesenta páginas que se me ha caído un par de veces de las manos al quedarme dormido mientras lo leía.
«Linda tiene razón. Necesito ayuda. Y una siesta… Una siesta muy larga…«
Ya cuesta empatizar con una gran mayoría de personajes que son villanos y que (al contrario que en otras etapas del Escuadrón Suicida) apenas albergan algo de humanidad en sus corazones, pero ya cuando el lector se queda sin saber de dónde viene cada uno y por qué se está montando la que se está montando, la atención termina divagando hacia otros terrenos. Me ocurre que no me importa lo más mínimo lo que le ocurra a ninguno de los personajes de esta historia. A ninguno. Si de repente Ultraman (no, el superhéroe japonés no, la versión chunga de Superman) le hubiera arrancado la cabeza a Flash en este cómic me habría quedado igual. A lo mejor se me habría cortado un bostezo, pero poco más.
Entonces, ¿es malo este cómic? A ver, en una escala del cero al diez donde el cero es ‘infumable’ y el diez ‘obra maestra’ esta cosa se encontraría en el menos tres, pero tampoco está tan mal. Hay partes medio digeribles y lo cierto es que el comienzo y algunas de sus ideas parecen potables, pero el cruce innecesario, forzado y triste de cabeceras en descomposición no le hace ningún bien a la historia (¿alguien puede borrar de mi memoria a los ‘chiquititanes‘?). Guerra por Tierra 3 termina convirtiéndose en un monumento al caos en el que está claro el objetivo, pero el camino es la carrera de un pollo sin cabeza. Al final, es una buena descripción de la manera en que DC ha funcionado desde hace décadas: lanzando mierda contra un ventilador y esperando que lo que salpique la pared se asemeje a algo parecido al arte.
Deja un comentario: