Escuadrón Suicida: Mala Sangre

Escuadrón Suicida. Mala sangre: Defíneme ‘villanos’

Escuadrón Suicida: Mala Sangre«Ese equipo parece saber lo que hace, y este es el peor Escuadrón Suicida jamás reunido«

 

El año pasado llegó a nuestras pantallas el Escuadrón Suicida de James Gunn, se trataba de la no-secuela de un filme anterior (de 2016) dirigido por David Ayer y que resultó ser un gran desastre en taquilla y una fantástica plataforma para que Margot Robbie se reivindicara como Harley Quinn (sería la única superviviente del elenco original). Lo que hizo funcionar a la segunda película frente a la original no fue la espectacularidad, que también, ni huir de los tonos oscuros que ha heredado DC tras la época de Nolan (aunque lo cierto es que se agradeció saber que en el mundo de estos personajes también puede lucir el sol). Lo que funcionó fue que vimos en pantalla a un grupo de auténticos perdedores a los que, conforme avanzaba la trama, uno quería por fin ver alzarse con la victoria. Eso no ocurría en el filme de 2016. Pero es algo que sí vuelve a ocurrir en el cómic que pone ahora en nuestras estanterías ECC.

 

Tom Taylor, al que hace menos de una semana aplaudía por su Hellblazer: Ascenso y Caída, se hizo en 2020 con los mandos del equipo de prisioneros con bombas que ha comandado tradicionalmente Amanda Waller. La serie venía de alcanzar un pico en calidad con el evento que los enfrentó contra la Liga de la Justicia con guiones de Joshua Williamson (Flash), aunque luego se iría diluyendo. Introducir al autor detrás del éxito de Injustice: Gods Among Us pareció una buena idea. Y la cosa es que lo fue (aunque publicar esta serie en el año más duro de la pandemia oscureciera sus resultados), porque Taylor cogió el concepto del equipo, lo llevó un poco más allá y jugó a convertir a los personajes en algo más de lo que eran cuando comenzó su etapa en la colección.

 

«Se hace raro estar del lado de los ángeles por una vez«

 

Para ello el guionista eliminó de la ecuación a una Amanda Waller necesitada de un descanso editorial (no se puede ser tan condenadamente mala tanto tiempo seguido). En su lugar se nos presentó a Lok, un tiránico militar que trató de lograr el mejor Escuadrón Suicida de la historia al ‘reclutar’ al supergrupo ‘antisistema’ conocido como Los Revolucionarios. La cosa pronto se torcería y tuvimos, por primera vez en algún tiempo, a todos los personajes sin el tictac de las bombas sonando en su cerebro. Es entonces cuando el guionista, en un hábil juego de manos, transformó a esta serie en una cabecera completamente distinta que ya no hablaba de villanos buscando redención, sino de antihéroes tratando de detener a la hambrienta fiera del capitalismo atroz y de antiguos presidiarios tratando de descubrir qué son sin las bombas en su cabeza ni las pisadas de sus perseguidores sonando cada vez más cerca.

 

Escuadrón Suicida: Mala Sangre

Escuadrón Suicida: Mala Sangre

 

Los personajes que se nos presentan a lo largo de estas páginas no son lo que habitualmente hemos conocido como villanos (como sí pueden serlo Deadshot y Harley), pero tampoco se asustan cuando la sangre les salpica el rostro. La colección, que vio truncado su desarrollo en el undécimo número, al menos tuvo la suerte de poder contar completa su aventura (aunque se nota bastante que su resolución fue un tanto apresurada) y me atrevo a afirmar que tiene hoy aún más sentido y potencia de los que tuvo hace dos años, cuando lo que más nos preocupaba era si podríamos volver a salir a la calle de nuevo. Es, por tanto, Escuadrón Suicida: Mala Sangre, un buen título para disfrutar en este no menos terrorífico 2022. Las amenazas son ahora otras y quizás se entienda mejor ahora lo que nos contaba Tom Taylor con la excusa de unos cuantos villanos al servicio de los intereses ocultos de su nación.

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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