«Queridos amigos, nos hemos reunido hoy aquí para…«

 

¿No os ha ocurrido nunca que cogéis una serie (ya sea de cómics o en la pantalla) y le dais muy fuerte pero, por el motivo que sea, paráis y luego os da miedo retomarla? Es como si, durante ese lapso de tiempo en el que estuvisteis fuera, la serie se hubiera echado a perder. Como si viniera con fecha de caducidad. Y luego os surge la oportunidad de retomarla y resulta que os sigue encantando tanto como al principio. Una vez más, vuestra cabeza jugó en vuestra contra… como a mí con esta serie. Que disfruté como un enano con las tres primeras entregas no es ningún secreto, pero han pasado un par de meses desde entonces y, lo confieso, me ha dado miedo regresar a Bludhaven… hasta que lo he hecho y, con mi regreso, se ha vuelto a disipar toda clase de dudas acerca de la extraordinaria calidad de esta etapa.

 

Este es un tomo que comienza a explorar las consecuencias sobre la ciudad de la caída de Blockbuster. Comenzamos con la detención de Maroni (que ya se indicó en Amanecer de DC: Nightwing #3) y a partir de ahí el cómic apuesta por un tono mucho más desenfadado de lo que cualquiera podría haberse esperado de una historia que trata sobre una ciudad llena de polis corruptos y villanos rebotados desde Gotham. Y es que ya en el segundo capítulo tenemos nada menos que a Nightmito, confirmando que Dick Grayson se ha hecho lo suficientemente importante como para contar con su propio duende de la quinta dimensión. Comienza así una lectura que se me ha vuelto a antojar endiabladamente corta y, sobre todo, divertida. La colección que publica Panini sobre el Nightwing de Tom Taylor y Bruno Redondo sigue surfeando la cresta de la ola.

 

«No se nos ocurren manos más seguras para dejar el planeta en ellas«

 

Y la cosa no deja de mejorar porque, claro, luego llegamos a los números noventa y nueve y cien de la colección en Norteamérica. Y con ellos llega una celebración repleta de nuevos hilos de los que tirar cuando la serie vuelva a la normalidad (a partir del número que viene) y de colaboraciones con artistas invitados y, sobre todo, un salto (como bien indica el título) que, cuando la serie parece que va a caer en viejos clichés del género, nos aleja de ellos hacia nuevos territorios que comenzaremos próximamente a explorar junto a este personaje y a todos sus aliados y amigos. Y es que Nightwing no sólo se hace mayor y se independiza en esta colección, sino que también recibe un reconocimiento que hasta ahora se le había negado en el universo DC (tan poco amigo de ver crecer a los sidekicks) y que lo aúpa a una nueva posición dentro del panteón de los superhéroes de la editorial estadounidense.

 

 

A buen seguro esta nueva posición y la responsabilidad que ella conlleva van a ser temas a tratar en los capítulos que se nos vienen encima de la etapa de estos autores. Yo sólo pido que se siga manteniendo este tono y esta manera de ver a los personajes deceítas. Buena falta nos hacía a los lectores encontrarnos con algo así en la librería.