«Pues sé tú cruel con ellas. A los humanos les gusta«

Hace unos años Tom King (el tipo que nos ha encantado en Héroes en Crisis, el mismo que se llevó el Eisner por su trabajo en la íntima Mr. Milagro) revolucionó la escena marvelita con La Visión, una revisión del personaje al que le otorgaba una familia entera de sintezoides para que jugase a ser humano. El experimento fue todo un éxito, primero porque hablaba de una familia MUY desestructurada y eso, amigos míos, es el pan nuestro de cada día y segundo, porque había mucho que escarbar en las idas y venidas de esos personajes y en la crítica social que iba implícita en la historia que estaban protagonizando.

Ha pasado el tiempo y ahora Robbie Thompson (al que ya disfrutamos en esta revista por cosas como Doctor Extraño y los Hechiceros Supremos) vuelve a jugar la misma carta, pero con distinta baraja. Le sigue la estela a King y se marca una miniserie en la que la familia disfuncional no está compuesta por robots que sueñan ser humanos, sino por Skrulls que son muy conscientes de su realidad y que viven infiltrados a la espera del momento perfecto para volver a atacar a la humanidad.

«… sólo veo lo que les hemos hecho a nuestras hijas«

Los Skrull nos presenta a una familia dedicada a su misión. Que vive el día a día como una perpetua infiltración con un objetivo claro: evitar que los humanos desarrollemos la tecnología necesaria para detectarles. Y es a través de esta trama que Thompson construye una crítica a la sociedad humana actual estupenda. El guionista nos presenta a unos personajes crueles y falsos y los coloca como prototipo de la familia norteamericana media, dejando muy claro lo que opina de cómo nos relacionamos las personas, qué actitudes se premian y cuáles son castigadas. Al tratar de mimetizarse con los humanos, los skrulls nos enfrentan a un reflejo de nosotros mismos que no siempre es tan agradable como cabría esperar. ¿Somos los humanos así? Cualquiera de nosotros querría pensar que no, pero nos sobran los ejemplos de cómo a nuestros compañeros de clase, de trabajo o de vida menos aptos, pero más capaces de auparse sobre el sacrificio de los demás son recompensados con vidas más fáciles, mejores oportunidades y mayor reconocimiento social.

Los Skrull: Unidad Familiar

Por lo demás, la serie, que cuenta con un interesante dibujo de Niko Henrichon (dibujante del Doctor Extraño de Donny Cates), resulta agradablemente entretenida. Nos encontramos ante un clásico thriller de espías al que su autor le ha dado la vuelta de tuerca que supone cambiar a los típicos agentes encubiertos de la Guerra Fría por extraterrestres cambiaformas. Los Warner constituyen una familia de personajes muy interesantes y sus relaciones entre ellos y con los humanos fácilmente enganchan al lector para continuar hasta el final de la obra. Queda por descubrir qué será de estos personajes en el futuro (¿recogerá el guante que arroja Thompson al final de la serie algún otro autor?) habidas cuentas de la nueva realidad de esta especie alienígena que nos presentó en la gran pantalla la Capitana Marvel.