«¿Eso significa que nos vamos a someter?«

Asisto a los que se anuncian como los últimos tomos de la colección de Planeta Cómic sobre el manga de Kohei Horikoshi con una mezcla de pereza e interés muy extraña. La primera ya la expliqué hace casi cuatro meses (¡sí que ha llovido desde el último tomo!) motivada por la deriva hacia el gran enfrentamiento / guerra que ya hemos visto tantas veces antes en el shonen. No es que reniegue de esta fórmula, pero sí que cansa la fórmula de creación de gran cantidad de personajes para convertirlos, básicamente, en carne de cañón a la espera de que el héroe de turno venga a salvar el día. My Hero Academia pide a gritos un trabajo en equipo bien hilado entre los compañeros de Midoriya, sin embargo, tanto en el tomo anterior como en éste asistimos a un mundo al revés en el que los villanos actúan perfectamente sincronizados y confiando a la perfección los unos en los otros y en el que gran cantidad de héroes a los que teníamos ya cierto cariño se han limitado a mantener firmes los terrenos de combate o, sencillamente, a delimitarlos: los ‘pipas’ del heroísmo.

Todo a al espera de que en este My Hero Academia #37, por fin, regrese a primer plano Deku y comience a darse de tortas contra un dopadísimo Tomura Shigaraki. Y para que vuelva a haber un giro (demasiado conveniente esta vez) de guión, con una pizca de aderezo a la retrocontinuidad (que, para que nos entendamos, es cuando el autor decide darle un plus a alguien por medio de algo que ocurrió n el pasado y que, curiosamente, nadie nos había contado hasta ahora) con el fin de estirar un poco más el chicle y hacer que esta batalla dure lo que Horikoshi, o sus editores, quiera que vaya a durar. Estos dos últimos detalles, que ya hablan de una escritura bastante más desganada, son los que de verdad me hacen casi abandonar esta serie a pocos tomos de su desenlace, porque, sinceramente, considero que son faltas de respeto hacia el lector.

«¡No permitáis que se aprovechen de vuestras heridas!«

Por otra parte, el mangaka de siempre reaparece en escenas muy interesantes que, además, tienen pinta de haber estado en su cabeza casi desde la concepción de la serie. Todo lo que leemos sobre el presidente de los Estados Unidos apostando fuertecito por someterse a la voluntad de Shigaraki huele de lejos a un Horikoshi sacando a relucir sus ideas más personales y nos habla, por poner un ejemplo sencillito, de lo complicado que le está resultando a todo el mundo castigar a Israel por el genocidio que está llevando a cabo en Gaza con lo fácil que resultó imponerle sanciones a Rusia, Cuba y otros tantos países que no se llevan del todo bien con la primera potencia mundial. Utiliza estas viñetas el autor también para dejar claro por qué Japón se ha quedado solo en su lucha contra Shigaraki y el All For One, pero también lanza dardos envenenados hacia la manera en que funciona la política internacional desde hace décadas.

My Hero Academia #37

Hemos llegado a un punto en el que ya sólo quiero que este manga se vaya resolviendo y dejen de desmembrar a sus personajes. Considero que hay cosas muy interesantes para contar más allá de las grandes batallas (la pequeña gran victoria de Anima y Tentacole, aunque luego se malogre, es un bonito canto a la diversidad), pero el manga ha tomado una deriva hacia lo llamativo, pero demasiado visto, que vuelve a hacernos sospechar de la debilidad del autor frente a sus editores y que termina desluciendo el resultado final de este manga.