Billy Lynn

Billy Lynn: Ang se fue a la guerra

La letra de la canción Destiny’s Child, Lose my Breath dice así: «Now you wanna act like you don’t know what to do» («Ahora quieres actuar como si no supieras qué hacer«). Eso es precisamente lo que le pasa al personaje de la película de Ang Lee, Billy Lynn. Este «baby boy» de 19 años está de vuelta del frente a su país para hacer una gira promocional, antes de regresar a Iraq.

 

Billy Lynn

 

Adaptando la novela de Ben Fountain, el director ofrece un manifiesto antibelicista mostrando la presión del chaval en esa portentosa promoción. Para ello hace un perfecto y obsceno paralelismo entre el campo de batalla y la Super Bowl, el punto de encuentro cumbre de estos soldados con el público estadounidense. Eso aderezándolo con el día a día de la familia de Billy.

 

Buenas intenciones no le falta. Sin embargo, el maestro taiwanés, capaz de traspasar almas con historias siempre dispares como Brokeback Mountain o La vida de Pi, se ha dejado el corazón al planear esta estrategia de ataque. Una vez más, recrea con tesón esa América media, esa que ovaciona a sus héroes, que poco sabe de conflictos políticos y que está más pendiente de la parafernalia de las redes, del famoseo y del espectáculo. Qué mejor lugar para ovacionar a estos héroes que la Super Bowl (con actuación de las Destiny incluidas). Lee se inmiscuye decidido en esa incongruencia de guerra y espectáculo. Por fuera, ambas exhibiciones son despampanantes. Por dentro, el espectador se topa con más de una contrariedad: enseñar los altibajos de Billy y mostrar su lado de antihéroe era –y es– lo interesante de la cinta. Pero anexar su vida familiar, su mundo interior y la pompa exterior era lo difícil. Certificar la doble cara de la sociedad americana es siempre un ejercicio interesante. En este ejercicio queda patente, aunque le falte emoción.

 

 

Desde luego es una novedad lo de rodar a 120 fotogramas por segundo, pero quitando los fotogramas bélicos, de poco le ha valido. El documento fílmico supura realismo, cierto, y aporta un toque de originalidad. Aún así, no aporta toda la magnanimidad que podría dar de sí. Y eso que sus personajes daban juego; ellos son lo mejor de la película: su protagonista (qué futuro tan prometedor le espera a Joe Alwyn), el escuadrón de jóvenes héroes (sobresaliendo Garrett Hedlund del grupo), la hermana antagónica (una Kristen Stewart a medio gas), la cheerleader (Makenzie Leigh), y el superior Vin Diesel en el campo de batalla.

 

Por muchas florituras que presentaba, a modo de espectáculo con fuegos artificiales y al son de Destiny’s Child, Lee no consigue la ovación. Una vez más, el realizador muestra que es ambicioso, pero no nos ha hecho llegar al estribillo que cantaba el trío liderado por Beyoncé: «Make me lose my breath» («Hazme perder el aliento«).

Acerca de María Aller

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Madrileña. Comunicadora. Periodista. Sagitaria. Bonne Vivante. Cine. Y festivales, series, libros, cocina, deporte... recomiéndame!

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