Esta vez es el director Oliver Parker quien se atreve a pasarla al cine. Y no es un cualquiera, ya que suyas son las adaptaciones de las obras de Oscar Wilde Un marido ideal y La importancia de llamarse Ernesto. Pero en esta ocasión es un relato gótico, de terror, que habla sobre el intrincado complejo mundo mental humano, en una época en la que los vicios aparecen en mayor cantidad de gente por la expansión de la riqueza. Una vez solucionados los principales problemas como el hambre, la sanidad, etc. aparecen otros de diferente calado; la mente humana tiene que estar ocupada.
Dorian Gray es un joven de alta clase que llega al Londres de finales de siglo XIX. Allí va coincidiendo con nuevos personajes que le influirán en su joven vida. Uno de ellos es Basil Hallward, un pintor que queda impresionado con la belleza del joven y quien decide retratarle. Más tarde, conoce a Lord Henry Wotton, el cual será el responsable de que Dorian empiece a llevar una vida hedonista, en el que el placer es la base de todo. Todas sus descabelladas actuaciones y comportamientos pecaminosos quedarán reflejados en el cuadro de Dorian que Basil pintó, por un pacto con el diablo. El paso del tiempo y el lastre físico de sus actos quedan en el retrato, y la belleza del Dorian real queda intacta por el paso de los años.
La historia versa sobre la belleza, el paso del tiempo, la vida basada en los placeres, sin preocupaciones inútiles. Todo queda expresado en la frase que le dice Henry a Dorian:
«Lo único que vale la pena en la vida es la belleza, y la satisfacción de los sentidos«.
La película no consigue gran cosa; no deja de ser otra cualquiera, del montón; ese montón donde van a parar casi todas la películas (menos las españolas que no alcanzan esa pila). Esto quiere decir que no es una mala película, pero no sobresale en ningún aspecto. Dentro de esta montaña de celuloides, estaría en los suburbios, coexistiendo con películas de todo tipo.
Para mal, lo que más destaca en la película es el trato que hacen del cuadro. Este se deja ver en varias ocasiones, y se ve como el personaje se va corrompiendo, y una especie de gemidos diabólicos nos indican que está poseído por el demonio, que ha habido un trato con algún ser infernal. De todas formas, cuando vi la película, la gente de mí alrededor y yo mismo, nos reímos cuando escuchamos ese lamento profundamente malvado. No creo que el director quisiera crear ese efecto en la gente. Pero bueno, el objetivo, dotarle de vida al cuadro, se consigue.
Para bien, quizás nunca te llegas a aburrir soberanamente. Algo de agradecer. Y es que el ritmo no está mal llevado y sabe mantenernos dentro de la acción. Siempre está la duda de cómo terminará el cuadro y que tipo de actos pecaminosos alcanzará Dorian a hacer.
Si sois amantes de la novela, del autor, del director, o de este tipo de genero, id a verla, no se pierde el tiempo, para nada. Pero no esperéis grandes renovaciones ni algo nunca visto, o algo visto pero grandioso; no hay nada de eso aquí.
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