Pero puestos a elucubrar hay que decir que la película que hoy nos ocupa, Kick-Ass, no va dejar indiferente a nadie, ni a crítica, ni a público, aventurándome a manifestar que es una de las obras más refrescantes que han llegado a los cines en las últimas fechas, aunque ya me diréis vosotros si llevo razón o no.
Lo primero que hay que mencionar de ella es que ha sido llevada a cabo por un director, Matthew Vaungh, que si bien no es muy conocido como realizador, siempre pasará a la fama por ser el descubridor de Guy Ritchie, ese artesano que cambio el género de gángster dándole un marcado acento inglés. Sin embargo, este es el claro ejemplo de alumno que supera al maestro, ya que tras pasar un tiempo bebiendo de las mieles de Ritchie, Vaungh decidió dar el salto a la realización con una obra llamada Layer Cake, relato de gángster londinense que demostraba que no hacía falta tomarse todo a guasa para componer una historia compleja, interesante y altamente atractiva, descubriéndonos a una Sienna Miller provocativa y a un Daniel Craig absolutamente preparado para dar vida al mítico James Bond.
Con esta carta de presentación Vaungh se instaló en Hollywood y desde entonces no ha dejado de trabajar. A su primera cinta le siguió Stardust, obra donde renovaba las películas de aventuras con brujas, espadas, héroes y princesas de por medio, muy en la línea de La princesa prometida, pero que no llegaba a funcionar del todo como su anterior trabajo, aunque dejaba una cosa clara, este director tenía muchas cosas que decir y sólo era cuestión de tiempo que llegará su momento.
Partiendo del cómic del mismo nombre, Kick-Ass nos cuenta la historia de un perdedor, un Peter Parker cualquiera que arto de una vida monótona, aburrida, falta de aliciente y sobre todo de sexo, decide cambiar de rumbo y convertirse en un justiciero enmascarado, ese al que da nombre la película y cuya intención será patear culos a diestro y siniestro o no… porque basta con que acuda a su primer trabajo para que acabe con un navajazo en el estómago y en la cama del hospital medio moribundo. Sólo han transcurrido 20 minutos de metraje y la cosa pinta bien, ¿ahora qué hará nuestro protagonista?, ¿seguirá luchando o abandonará su misión?, pues lejos de amilanarse el chico decide seguir con lo que él cree su destino y a partir de aquí la obra se convierte en una espiral de sangre, violencia, humor negro, romanticismo y buena música que nos lleva hacia su final sin pestañear y deseando por favor que llegue la segunda parte. Lo rumores sugieren que así será.
Kick-Ass no renueva el género ni lo pretende. Al igual que hizo Ritchie en Lock & Stock y Snatch, cerdos y diamantes, coge lo mejor de cada casa para dar forma a una obra donde está todo lo que tiene que estar, es decir, heroísmo, destino, amor, responsabilidad… pero donde hay mucho más, sobre todo mala baba y mucha cara dura, tomándose la historia muy en serio, pero a la vez muy en broma, tal y como hacía Tarantino con sus bastardos, conformando un film cañero, subversivo, divertido y adulto.
A esto tenemos que unirle un plantel de actores que encarnan a las mil maravillas su papel. El perdedor-héroe de esta cinta es el desconocido Aaron Johnson, al cual se le unen en su particular lucha un Nicolas Cage en estado de gracia y la joven Chloe Grace Morentz, vista recientemente en el film 500 Días juntos, y que aquí encarna a una niña despiadada y de afilada lengua que dejará en estado de shock a más de uno. El malo malísimo de la película recae en la figura de Mark Strong, uno de los actores más en alza de los últimos tiempos, al que acompaña en sus terroríficos planes el adolescente Christopher Mintz-Plasse, ese tipo flacucho y con cara de pánfilo que bordaba su papel en Supersalidos y que no desmerece para nada a ningunos de sus compañeros de reparto.
Con todo esto y muchísimas cosas más, Kick-Ass llega a los cines españoles con un claro objetivo, reventar la taquilla, aunque esta vez y sin que sirva de precedente probablemente su fama la haga merecedora de este galardón y de un buen puñado de buenas críticas, aunque también cabe la posibilidad de que me equivoque y la pateen el culo hasta verla relegada al olvido, pero eso será algo a lo que tendremos que esperar, hasta entonces sólo hay una solución, acudir al cine y juzgar por vosotros mismos, pues recordad que yo sólo soy el mensajero…
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