Tras dirigir el último trabajo de Phillip Seymour Hoffman, El hombre más buscado (2014), se lanza a un biopic de un mito. La misión es difícil sin lugar a dudas, porque hablar de James Dean puede ser intimidante, y más si retrata un el lado humano de su vida. Anton Corbijn se para en la relación que tuvo la fugaz estrella hollywoodiense con el fotógrafo Dennis Stock (Robert Pattinson), el cuál retrató a Dean para un número de la revista Life en 1955.
El fotógrafo, cansado de hacer trabajos por encargo, va en busca de algo nuevo que captar con su objetivo. Por su parte, el joven Dean no encuentra su sitio dentro de la industria aunque anda deseoso de demostrar que es un buen actor. De hecho, anda detrás de un papel protagonista de una película que se llamará Al este del Edén. Guiado por su intuición, el joven fotógrafo se interesa por la enigmática figura de Dean y decide retratarle. No será un reportaje más, ahondará en la inquietante personalidad de ese chico de carácter difícil y con fama de indomable. En un momento en lo que interesa es retratar el glamour de las estrellas que aparecen en las películas, Stock va más allá y capta la autenticidad de un chico de Indiana que se está labrando una carrera como actor. El camarógrafo dispara y capta una de las instantáneas más icónicas de la historia: James Dean paseando por las aceras de Nueva York.
El cineasta holandés hace un biopic a través de la figura de Stock. Life –que admitámoslo, tiene un título poco sugestivo– no es un documental, sino una versión de cómo fue esa relación. Corbijn acepta el reto y se enfrenta a él con prudencia, lo plasma por medio de la cotidianidad del día a día. Stock persigue al chico y va de Nueva York hasta la granja de Indiana donde reside la familia de Jimmy, que es como le llaman allí. Con quien se topa Dennis es con un chico muy frágil, incómodo dentro del rol de estrella y que encuentra la seguridad en el hogar familiar. Todo visto desde el punto de vista del fotógrafo, el verdadero protagonista de la película.
Robert Pattinson mantiene su línea de actuación que comenzó con la saga Crepúsculo. Comedido en gestos y poses, al menos para dar vida al fotógrafo es válido. Labor más difícil ha tenido su compañero de reparto DeHaan: dar vida al rebelde sin causa es un reto. Él, dentro de que esto es una libre adaptación del día a día de esos días, coge sus gestos, su forma de actuar, de andar, de hablar y acerca al actor al público. El resultado es un misterioso Dean, quizá demasiado insoportable, que casa bien con el comportamiento mesurado de Dennis.
La otra baza con la que juega esta película es la estética, porque rezuma elegancia. El detalle en la fotografía y dirección artística es impecable. El ritmo de Corbijn es pausado como en sus otros trabajos. Ahonda en las personalidades tan dispares que convergen en un punto en común: la búsqueda del éxito. Pero ante ese fin, lo que les unirá serán cosas más terrenales: la familia, las pequeñas conversaciones,…
Hablar de Dean es hablar de un pedazo de la historia del cine. Y este largometraje lo adereza con la parte menos bonita de la industria, mostrando los despachos donde se firman quién consigue el éxito y quién está fuera del circuito. La ambientación, el mundo de Hollywood, la crítica a la industria, el reflejo de la sociedad estadounidense… todo lo que recoge esta instantánea que ha captado el director es muy completa.
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