El director Abel Ferrara ha tocado en 2014 el género del biopic dos veces. Pero dado el estilo y las celebridades a tratar, le han salido dos retratos que difieren mucho el uno de otro. Para las dos tomó a actores de renombre: si convirtió a Gérard Depardieu en su particular Dominique Strauss-Kahn, en la presente cinta moldea a Willem Dafoe a su gusto para transformarle en el realizador italiano Pier Paolo Pasolini.
Pasolini es casi antitética a la anterior biografía, pero es que es única en lo que a biopics se refiere. En este repaso de las últimas horas de vida del director, Ferrara hace un homenaje al italiano de la mejor forma que merece éste: con personalidad y alejándose de lo políticamente correcto. El largometraje tiene sus luces y sombras, a juego con la figura de la que habla. El intercalado de escenas en el montaje posee cierta fuerza en estilo y carácter, pero no orden narrativo. Hay carácter porque no se esconde de nada, como el cineasta. Ferrara se empapa del artista y se enfoca en él, en su visión del mundo, en sus proyectos, en su día a día con familia, amigos, etc. El collage que crea no se sumerge en la estética, sino que queda en el justo repaso de la celebridad. Sin embargo tanto salto puede llevar fácilmente a la confusión; pero son pequeños tropiezos, pronto se tira para adelante.
Al estilo a veces documental, Ferrara ofrece una perspectiva del director que expresa mucho del mundo en esos todavía cohibidos años setenta, concretamente en Italia. También se palpará la censura, con trazos de historias que Pasolini prepara. Entrevistas, conversaciones, documentaciones,… Todo en la misma línea oscura y descuidada, a juego con lo indecente y lo inmoral. Para ello que mejor que Willem Dafoe que hace suyo el personaje. Sus rasgos son perfectos para mostrar sobre todo las sombras de una vida lleva de adversidades, con lo que queda perfecto en este calvario.
La película, lejos de la óptica de Pasolini, es una aproximación emotiva, punzante y reflejo de lo que significó Pasolini: la lucha frente al poder establecido. Hasta impresiona ver el desenlace aunque el público conoce el fatal desenlace.
Películas así siempre tienen un buen sentido. Toca sensibilidades independientemente el conocimiento que se tenga de la persona de la que habla. Acerca nuevamente eminencias del séptimo arte que no deberían olvidarse. Así que es una buena excusa para o bien conocer su filmografía, o bien revisarla.
Deja un comentario: