En DC Comics (o ECC, que es quien edita los cómics en España) ya nada volverá a ser lo mismo. En 2011 la editorial concibió un nuevo universo para todos sus personajes: Batman, Superman, Green Lantern, Wonder Woman… con el ánimo de dar un impulso comercial a sus series y llegar a un público mucho mayor. Atrás quedaban (como en el caso del hombre de acero) 70 años de trasfondo. Todo un mundo por explorar y redefinir.
Un nuevo universo… con matices. En esta génesis de los personajes de DC no se ha partido completamente de cero, con lo que muchos podrán dormir tranquilos. La editorial aprovechó su crossover Flashpoint (del que ya hablaremos en otra ocasión) para sentar las bases de la reinvención de sus mitos. Este evento DC (que competía con Miedo Encarnado de Marvel) ha supuesto un antes y un después ya que su desenlace es el que ha propiciado el reinicio de las distintas colecciones.
¿Esto en qué se traduce? En que en los números uno que están empezando a comercializarse (como los de Batman y Superman que nos ocupan ahora) plantean una realidad ligeramente diferente, con cambios más o menos significativos pero dando por supuesto gran parte del contexto y del universo que envuelve a los personajes. Así, al menos en estos primeros números, no se nos presenta el origen de ninguno de los dos héroes, sino que los conocemos ya convertidos en los símbolos que representan.
«Un día libre. En Arkham. Solo tú, Bruce… solo tú»
La consecuencia negativa, al menos para los lectores primerizos, es que no logran entrar en la historia hasta pasadas unas cuantas páginas, condicionados por el desconcierto. Esto se percibe sobre todo en Batman, que ya desde el principio cuenta con su equipo al completo: Nightwing, Red Robin y Robin. Pero todo tiene una explicación. La última etapa del Caballero Oscuro (la desarrollada por Grant Morrison) venía gozando de una excelente calidad narrativa, con lo que los cambios del relanzamiento tenían que ser los imprescindibles para no tirar por la borda todo el trabajo previo. El resultado es el ya mencionado, una cierta confusión ante una mitología bien asentada y un personaje consciente de su condición. De ahí que sea un reinicio con trampa.
Superado el esfuerzo la historia gana enteros y propone un conflicto que bien desarrollado por Scott Snyder promete no dejar indiferente a nadie. El guionista ha sabido mantener un tono muy en la línea de la apuesta de Nolan en su trilogía cinematográfica o en la franquicia de videojuegos Arkham (referencias para los menos versados en el mundo de los tebeos), aunque mucho más cruda y sangrienta (¿alguien recuerda haber visto alguna gota de sangre en El Caballero Oscuro?).
Estéticamente el trabajo de Greg Capullo opera bajo los mismos parámetros, huyendo de cualquier tipo de caricaturización a favor de un dibujo que aboga por el realismo y con un interesante juego de luces y sombras. Una referencia cinéfila podría ser Sev7n de David Fincher (podemos apreciarla especialmente en las viñetas de las páginas 20-23).
A nivel visual otro de los aspectos que más destacan es la composición de las páginas, con unas viñetas que se funden de forma orgánica. En muchas hojas encontramos una que ocupa todo el espacio y sobre ella se superponen las demás, u otras que literalmente traspasan sus bordes invadiendo las colindantes. Por comparación, la composición de Superman es más convencional, aunque también se permite algunas licencias.
«Ya sabes Metropolis. Si no tratas bien a la gente, te haré una visita»
Cuando nos enfrentamos al primer ejemplar de Superman estamos ante un número uno más convencional y muchísimo más arriesgado, empezando por la vestimenta de nuestro héroe: la mítica capa, una camiseta con su logo que contrastan con unos vaqueros y botas de obrero en una clara referencia al ciudadano de a pie. Reflejo de los tiempos, el tono que le aporta Grant Morrison al cómic es mucho más oscuro (influenciado indiscutiblemente por su trabajo en Batman) y Kal-El ha sido posicionado al nivel de las clases más humildes, ha dejado la compasión a un lado y se presenta muy agresivo. Aquí, las 10 primeras páginas (que funcionan como contextualización) son insuperables. Ponen el listón altísimo con un Superman que defiende la justicia desde la clandestinidad, con las autoridades empleando todos sus recursos contra él, pues lo ven más como una amenaza que como un aliado.
A pesar de su condición de pseudo-dios entre nosotros, resulta muy fácil empatizar con el hombre de acero y no es nada descabellado (todo lo contrario) verle como un indignado más. Este Superman activista y que lucha contra la corrupción, a pesar de lo que se pueda pensar, tiene bastante en común con el que nació de los años 30. Ambos comparten una gran depresión como telón de fondo y representan unos valores democráticos que parecen perdidos.
De esta forma y aunque (como en el caso de Batman) da parte de su génesis por conocida, las nuevas aventuras del último hijo de Krypton tienen un potencial increíble. Y con los principales aliados (Lois Lane y Jimmy Olsen) y Lex Luthor presentados, nada retiene el desarrollo de la acción.
Estas ediciones incluyen los números uno y dos de las versiones americanas, además de las portadas originales y versiones alternativas de estas. Por otra parte, encontramos un artículo acerca de la concepción de cada cómic (centrado en los autores de los mismos) y una entrevista publicitaria con el tándem de otras de las series de DC (en Batman con los responsables de Catwoman y en Superman con los de Stormwatch).
Los buques insignia de DC Comic prometen. Sobre todo Superman. Habrá que seguirles la pista.
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