Antes de Watchmen: El Comediante

El Comediante #3: Bendita locura

Antes de Watchmen: El Comediante 3«Aparta del camino de ese superpatriota… ¡Perra comunista!«

 

Tras un inicio francamente flojo, Brian Azzarello comienza a demostrar su saber hacer con la tercera entrega (de seis) de Antes de Watchmen: El Comediante. El mes pasado os dejamos con Eddie Blake en Vietnam dándose cuenta de que los Estados Unidos se habían metido en una guerra que no querían pagar y actuando en consecuencia de la manera más salvaje posible. El Comediante siempre había sido expeditivo, ahora era el turno de hacer lo necesario e ir más allá de lo moralmente admisible. Sin embargo, en el segundo tomo de El Comediante Blake seguía creyendo, a su manera, en los ideales de su país y, de una manera casi inocente, hacía lo que nadie más se atrevía por y sólo porque es lo que le habían ordenado.

 

¿Qué ocurre con un salvaje como nuestro protagonista cuando vuelve a Estados Unidos y se encuentra con el movimiento hippie en todo su auge oponiéndose a todo lo que él ha defendido? ¿Qué pasa cuando se da cuenta de que el sistema también ha cambiado y que la corrupción llegan tan alto y tan adentro que no queda lugar para los defensores de la justicia? Azzarello trata de darle respuesta en este cómic, ambientado poco antes de que Eddie vuelva para poner fin a la Guerra de Vietnam acompañado por el Dr. Manhattan.

 

«La única protección que necesito soy yo«

 

Blake sigue gozando de la protección del gobierno, pero bajo el nuevo orden que impera en la Norteamérica de Nixon la convivencia con este dinosaurio violento e impredecible se vuelve cada vez más complicada y probablemente uno de los motivos de que se le permitiera al Comediante regresar al frente fue la idea de que, con un poco de suerte, una bala perdida lo alcanzaría. Los Estados Unidos que pintó Alan Moore en Watchmen no eran lo que se dice un estado autoritario, pero tenían varias de sus señas de identidad, como el control de la prensa (en esta realidad los periodistas del Watergate eran asesinados) o el hegemónico poder policial al cual los héroes hacían que se resquebrajara. Todo terminaría con la definitiva prohibición de los movimientos superheroicos (a excepción del Comediante y el Dr. Manhattan, que trabajaban para el gobierno) y uno de los que le darían a Nixon la excusa sería Blake.

 

Eddie Blake en Antes de Watchmen: El Comediante

 

Azzarello se sirve del levantamiento popular en el barrio desfavorecido de Watts para escenificar el momento en el que nuestro protagonista cruzaría la delgada línea que separa la cordura de la locura. La escena, ilustrada de manera soberbia por parte de J. G. Jones, sirve para ponernos los pelos de punta a nosotros y para dibujar definitivamente la muralla que separaría al Comediante del resto del mundo y sobre la que se encaramaría para observar la humanidad desde una perspectiva única, cínica y cansada.

 

Completan esta entrega un nuevo capítulo de La Maldición del Corsario Carmesí, La América del Comediante (continúa la reflexión histórica de David B. Gil al rededor de la vida de este personaje) y una portada alternativa de John Paul Leon (Tierra X) que no logra hacer sombra al estupendo trabajo de J. G. Jones con la oficial de este mes.

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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