ECC Ediciones está editando en formato cartoné los recopilatorios de las miniseries enmarcadas en la empresa «Antes de Watchmen» con la que algunos de los más destacados creadores del cómic norteamericano imaginan los pasos que dieron los personajes de Watchmen antes de los acontecimientos narrados por Alan Moore en la obra primigenia.
Hace unos meses nos atrevimos con El corsario carmesí (originalmente se incluía como complemento de las miniseries en grapa) y ahora volvemos con Ozymandias, tomo que recoge los seis números de la serie original, así como una galería de portadas, una ilustración y un boceto, ambos de Jae Lee, dibujante de la colección.
Tras acometer la lectura de Ozymandias como obra unitaria (y no seriada como era en su origen) y repasar los artículos al respecto que hizo RJ Prous, me quedo con una sensación agridulce. Aún compartiendo buena parte de la valoración de Prous, especialmente en lo referente a la caracterización del personaje protagonista y sus paralelismos con grandes villanos del medio como Lex Luthor, no dejo de pensar en Ozymandias como una obra de nicho, solo disfrutable por el público de Watchmen.
Esto se debe a que Len Wein ha construido un personaje protagonista con el que cuesta mucho empatizar. Cuando se trabaja con un villano, o se «dulcifica» como el cine ha hecho con Veneno o Maléfica, o se habla de él a través de un tercero, como el Joker de Brian Azzarello. Pero plantar al villano en crudo, como el sashimi, imposibilita que el público casual o desconocedor de la obra de Alan Moore, pueda sumergirse en el camino a la megalomanía del proragonista. Las elecciones narrativas de Wein solo ponen más obstáculos a este lector no iniciado en Watchmen: una pomposa voz en primera persona, recargada de cuadros de textos y obsesionada por explicar -y justificar- todos y cada uno de los actos del protagonista. Agotador.
Si por el contrario uno llega a Antes de Watchmen: Ozymandias con el ánimo de explorar las fronteras de Watchmen más allá de lo descrito por Moore, encontrará muchos alicientes para dejarse atrapar por el relato de Len Wein y el espectacular trabajo gráfico de Jae Lee.
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