El corsario carmesí

Antes de Watchmen. El corsario carmesí: Bucaneros sin alma

El corsario carmesíOlvidaos de la etiqueta Antes de Watchmen cuando vayáis a acometer la lectura de El corsario carmensí. Y de Len Wein casi que también. En la historia original de Alan Moore El corsario carmesí era un cómic que leía uno de los personajes a lo largo de toda la obra. Y ya. La iniciativa Antes de Watchmen ofreció el escenario perfecto para que DC Comics pudiera imaginar dicha historieta de piratas y ofrecérsela a los lectores.

 

Ahora ECC Ediciones recopila esta aventura en un ligero tomo en cartoné (72 escuetas páginas) para seguir exprimiendo el universo Watchmen. Un producto pensado para completistas y una curiosa forma de conocer más acerca de aquella distópica realidad, a través de sus propios productos de ficción. Más allá poco tiene que ofrecer un relato que va de más a menos.

 

El corsario carmesí puede dividirse en dos partes bien diferenciadas. La primera, con Len Wein y John Higgins compartiendo labores de escritura; y una segunda con Higgins como autor completo. La historia nos presenta a Gordon McClachlan, un marino británico al que parece acompañar la desgracia allá por donde va y acaba luchando por escapar de la maldición del Holandés Errante.

 

La premisa no puede ser más apetecible y el tono parece acompañarla. Wein y Higgins nos meten de lleno en una aventura pirata de corte clásico, con su protagonista relatando sus desventuras desde una perspectiva temporal, lo que le permite no solo describir los hechos sino enjuiciar su propio comportamiento. Lo hace, además, desde el terror, con ciertos tintes góticos (imposible no recordar las incursiones marítimas de Edgar Allan Poe). Sabemos desde el primer momento que su viaje acabará en tragedia, potenciada por la atmósfera brumosa de la leyenda del Holandés Errante. Sobre el papel, pues, un relato para el gozo de fans del terror y las aventuras marinas.

 

Todo esto se diluye, sin embargo, en cuanto Higgins coge el timón de la obra y se presenta como autor completo. La narración (ya pausada de por sí) se vuelve tediosa, muy poco rítmica. A medida que la trama avanza y se encamina a su desenlace Higgins empieza a abusar del subrayado y la repetición, enfarragando cada vez más la narración y llevando al desinterés del lector, que acaba (acabamos) la lectura con tremendo esfuerzo.

 

El corsario carmesí vive exclusivamente de la marca que lo acoge. Pocos alicientes tiene una obra que promete mucho más de lo que ofrece.

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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