«¿Alguien quiere jugar al veo, veo?«

Antes esta serie me gustaba por la novedad. Por el atrevimiento de meter en el cuerpo de los Lanterns a una agorafóbica y a un ex-convicto de Guantánamo incapaz de separarse de su pistola. Esa sensación, por su puesto, no podía durar y, por suerte, se ha visto reemplazada por el cariño que me despiertan unos personajes que mantienen una de las relaciones más sanas y agradables del mundo superheroico. Jessica Cruz y Simon Baz nos demuestran que no siempre que tenemos a una pareja protagonista hay que meter el romance de por medio. Que, a veces, un hombre y una mujer pueden (no os asustéis queridos lectores) ser tan sólo buenos amigos. Baz está siempre ahí cuando Jessica flaquea con su enfermedad y Cruz le aporta a Simon la templanza que a él le falta y la capacidad para resolver los conflictos con algo que no sean sus propios puños.

Nos encontramos hora ante el séptimo tomo de una colección que nunca imaginé que fuera a aguantar tan bien el paso del tiempo en ECC. Los números aquí contenidos (únicamente el Anual y los capítulos #48 y el #49 de la versión norteamericana, lo cual escuece al ver el precio del volumen) centran su atención en la Lantern de origen latino con dos historias que hacen especial hincapié en su compasión, primero, y en la oscura historia que tarde o temprano terminará por emerger en torno a su anillo, con algo demasiado cercano a la consciencia propia, aunque por ahora siempre dispuesto a darlo todo por su portadora.

«Sé que suena muy ñoño, pero nos necesitamos«

El primer Anual de la colección nos lleva a un lejano planeta en el que los Lanterns rinden tributo a un héroe caído de la antigüedad. Este cómic, de cuyo argumento poco más puedo revelar, reflexiona sobe un tema muy interesante y de rabiosa actualidad: la lealtad de los cuerpos de seguridad hacia las organizaciones que los forman y emplean y hacia los estados y comunidades que son su responsabilidad. Andy Diggle pone este dilema en primera plana y nos permite reflexionar sobre él al tiempo que vemos cómo lo encaran Jessica y Simon y cómo la historia personal de cada uno les ayuda a comprender la difícil elección a la que se enfrentan muchas veces quienes han jurado servir y proteger. Porque, ¿qué debería ir antes? ¿El Estado o sus habitantes? Aunque la respuesta parezca clara, no es tan fácil cuando uno trata de ver la imagen desde todos los ángulos.

Green Lanterns #7

La segunda historia, con un protagonismo aún mayor, si cabe, de Cruz, se vale de un argumento facilón para poner el foco en la inusual comunicación que se ha establecido entre Jessica y su anillo de poder. La trama, de Aaron Gillespie (seguimos con la poco sana dinámica de los autores itinerantes) no es más que un clásico «Resacón en las Vegas» (hasta podemos ver referencias) que ya hemos visto mil veces en televisión en as series policíacas que ciertos canales repiten hasta la naúsea. La gracia, aparte del misterio antes mencionado, está en ver a Jessica actuando como dueña y líder de su propia vida y decisiones. ¿Quién habría dicho esto hace siete números? Green Lanterns ha servido (y sigue sirviendo, en Estados Unidos van por el número #57 de la colección) para dar una nueva vida a dos personajes que parecían flores de un sólo día y para seguir expandiendo el cada vez más rico universo de los policías espaciales de DC.