La chica que quería ser muerte

La chica que quería ser Muerte: Deseos mortales

La chica que quería ser muerteECC Ediciones publica, dentro de su sello Black Label, una miniserie escrita por Caitlín R. Kiernan que explora las fronteras de la obra magna de Neil Gaiman, The Sandman. Se trata de un acercamiento tangencial al afamado cómic del escritor británico. Tan tangencial que el centro de atención no es Morfeo, sino su hermana Muerte. Y es tan tangencial que ella ni siquiera es la protagonista, pero sí el centro de los deseos de sus personajes.

 

«¿Sí? No sabía que aún lo hicieras. Soñar, digo«

 

Por algún motivo, el cómic no lo pone sencillo. Cuando la autora ocupa el prólogo en justificar su trabajo, es hora de echarse a temblar. Es un aviso de peligro en toda regla. No hay peor forma de condicionar una lectura. Es una pena, la verdad. El texto de apertura resulta interesante, porque da cuenta de las intenciones y orígenes del cómic que nos ocupa, pero condiciona excesivamente el ánimo con el que uno encara su lectura. Como epílogo habría tenido mucho más sentido. Así pues, La chica que quería ser Muerte, en su pretensión de ser honesta con el público, procura dificultades en forma de prejuicios que conviene desechar cuanto antes (máxime cuando se trata de una miniserie de solo cuatro capítulos).

 

El cómic nos presenta a dos amantes que, afligidas por una pérdida, harán todo lo posible por recuperar la esperanza perdida. Aunque ello suponga acudir a la mismísima Muerte. Vudú, sectas, tesoros prohibidos… Kierman adorna un relato sobre el duelo y la aceptación de la muerte (o cómo no gestionarla) con toda clase de elementos que nos recuerdan que en el mundo hay ciertas cosas que escapan de nuestra comprensión.

 

La chica que quería ser muerte

 

Igual la autora se excede de pretenciosa y recarga la narración, pero las protagonistas, Plath y Evangeline, son súper interesantes. Rotas, con vidas difíciles, unidas por el amor y el dolor. Sus caminos comienzan a divergir cuando atisban la inmensidad de los poderes a los que quieren enfrentarse y vemos qué sucede cuando alcanzan el punto de no retorno.

 

Poco atractivo, sin embargo, para aquellos que se acerquen por mera curiosidad. Aunque su conexión sea débil (en el sentido de que ninguno de los Eternos hace siquiera acto de presencia), es una lectura pensada para el público de The Sandman. Hay muchas referencias que sirven de caramelo para captar nuestra atención y enriquecer aún más el vasto imaginario de la obra de Gaiman al permitirnos explorar historias anónimas del mismo. Porque, a fin de cuentas, esa es su virtud y mayor defecto, es una historia anónima que puede pasar fácilmente desapercibida.

Acerca de Daniel Lobato

Avatar de Daniel Lobato

El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

Deja un comentario:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Artículos relacionados