Al final del primer volumen dejamos a Cassidy separando su camino del de Jessie y Tulip, con quienes iniciamos esta segunda entrega de la mítica colección de Garth Ennis y Steve Dillon que ECC ha tenido a bien reeditar en una cuidada edición en tapa dura a la que lo único que se le puede reprochar es la ausencia de cualquier tipo de material extra que invite a profundizar en la obra. Pero cuando estamos ante un cómic tan jodidamente bueno, esos reproches son relativos. Haya o no contenidos añadidos, la diversión está garantizada.
Este segundo volumen nos invita a explorar al pasado de la pareja para responder a algunos de los interrogantes que habían surgido en torno a ellos en el transcurso de los arcos recogidos en el anterior libro. Porque claro, uno no se convierte en un predicador de la noche a la mañana, la sorpresa mostrada por Tulip a este respecto está más que justificada. Más aún cuando hemos podido comprobar de primera mano como se las gasta Jessie Cluster. De ahí que para responder a esta pregunta, Ennis y Dillon tengan que acudir a la más tierna infancia de su protagonista, dando pie a una interesantísima historia de orígenes y verdades ocultas que clava sus raíces en esos relatos sobre sórdidos personajes de la América profunda, a esas disfuncionales familias que abundan, por ejemplo, en el cine de terror, como los Sawyer de La Matanza de Texas. Sin estar ante unos caníbales, sí que estamos ante una familia que siente una malsana obsesión por el drama y las torturas (sobre todo psicológicas) a sus seres más cercanos.
En el personaje de Marie L’Angelle, la principal villana de la historia encontramos un poderoso antecedente de Ma Gnucci, lideresa del crimen organizado con la que Garth Ennis trabajaría tiempo después de su Predicador en su etapa al frente de las andanzas de Punisher, ya en Marvel. Mujeres ambas terribles, ostentadoras de una determinación de hierro y capaces de cualquier cosa para doblegar a sus enemigos… aunque sean de su propia sangre.
Con unos familiares así, es normal que Jessie haya decidido buscar el consuelo en el señor.
Este tomo, Hasta el fin del mundo (que toma su título de la frase que se dicen Tulip y Jessie para definir el alcance de su amor), recoge también el comienzo de un gran arco argumental que sirve para sacar del banquillo a Cassidy y hablar de la mezquindad de las personas. El trío tiene que vérselas con un hedonista extremo, unos pobres diablos que ambicionan más de lo que deben y una organización cristiana protectora del Grial. De una forma o de otra los grandes tótems del cristianismo hacen su aparición en esta serie, desde una mirada cínima y desacomplejada.
Predicador, como obra, es presa de una fuerte contradicción. Hace burla de la fe ciega, se cuestiona nuestras creencias y las pervierte en favor del entretenimiento mordaz; pero al mismo tiempo, para no estropear la sorpresa a nadie y llegar “virgen” a nuestras manos, exige una fe ciega, que lleguemos a ella con los menores conocimientos previos para disfrutarla en su totalidad. Difícil con los tiempos que corren. Internet es la maldición para este tipo de historias. Por ello tampoco nos permitimos el lujo, al menos de momento, de profundizar en exceso en su contenido. Intentamos dar las pistas necesarias para apreciarla y que cada uno la descubra y disfrute durante la lectura, sin miedo a spoilers.
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