G. Willow Wilson llega por fin a las páginas de Wonder Woman para dejar su impronta en la que esperemos sea una larga y fructífera etapa. Por el momento, la autora ha caído gustosamente en la tentación y para sus primeros pasos en la colección ha decidido explorar las posibilidades del Olimpo, pero no devolviendo a Diana a su hogar, sino trayendo retazos de este al nuestro. De esta forma impregna de magia nuestro plano y mantiene cierta coherencia respecto al devenir de la cabecera desde estos casi tres años desde Renacimiento con Greg Rucka al frente.

En cada tomo, un personaje mítico, primero Ares (y Afrodíta), luego Némesis y, finalmente, Atlantiades (o Hermafrodito) hace acto de presencia y se comporta como aliado o enemigo dependiendo del contexto de cada uno, aunque es fácil advertir de qué lado se posiciona cada uno de ellos. Pero no solo de los dioses y sus allegados vive Wonder Woman, y personajes como Giganta, Veronica Cole o Steve Trevor ayudan a formar un cuadro bastante completo del mundo de la princesa themyscirana.

Por este lado todo funciona. Sin hacer nada realmente original (los ecos de la primera etapa de Rucka o oa de Azzarello están presentes), la guionista le imprime renovadas energías a la colección, su entusiasmo se transmite en todo momento y confiamos en que esta chispa dure mucho tiempo. La ampliación del plantel de secundarios ayuda no solo a destensar determinadas situaciones a nivel narrativo, sino que subrayan esa sensación general de frescura que respira la colección.

De otro lado, al igual que sucediera en su larga etapa al frente de ñas aventuras de Kamala Khan, Ms. Marvel, la autora quiere que esta Wonder Woman mire a la realidad que nos rodea y deje cierto poso tras su lectura. ¿Cómo? A través del conflicto que supone la migración y el concepto de los refugiados. Por x circunstancias que tienen lugar en Wonder Woman #15, algunos personajes de naturaleza mágica se ven obligados a buscar asilo en La Tierra y aunque cuentan con la ayuda de Diana para lograr su integración en el mundo se ven de brucen con las barreras y trabas administrativas de los gobiernos con respecto a las políticas de extranjería y cierto tipo de prejuicios ante quienes son diferentes.

No contenta con eso, Wilson va más allá y se mete de lleno en la crítica a los conflictos bélicos del s. XXI en donde los poderes económicos priman más que cualquier otro interés y justifican o no la intervención de terceros países en conflictos regionales en los que al final no hay malos ni buenos, quien pudiera tener la razón la pierde al actuar sin importar la pérdida de vidas entre personas inocentes. En este Wonder Woman #15 se encuentra un perfecto equilibrio entre esa doble intencionalidad de la autora: la asunción del elemento mitológico por parte de nuestro mundo y el carácter aventurero y de asombro que tan bien le sienta a sus historias, con esa lectura más crítica a nuestra sociedad, cada vez más globalizada y multicultura.

El problema es que estas buenas ideas se van desdibujando y perdiendo a medida que avanza la trama. El componente político (o social) se diluye en favor de la faceta más canónica de la historia, que es presentada con tanta fuerza que se come el resto de intenciones que pueda perseguir la serie. La guionista aún debe medir mucho para encontrar un equilibrio óptimo para crear una etapa que pase la prueba del tiempo y no quede solo como un estimable entretenimiento, pero somos optimistas de cara a esta nueva etapa publicada en nuestro país por ECC Ediciones.