Matagi Gunner

Juan Albarrán (‘Matagi Gunner’): «Poco a poco las revistas se dan cuenta de que hay una cantidad de gente con talento fuera de Japón»

Con motivo del comienzo de la publicación del manga Matagi Gunner en España (Norma Editorial ha lanzado ya los dos primeros volúmenes) hemos querido contar con el testimonio de su dibujante, el español Juan Albarrán, quien nos ha concedido una entrevista en la que hablamos no solo de su trabajo específico en esta curiosa obra que mezcla el mundo de los videojuegos y el de los matagi (cazadores tradicionales japoneses), sino que abordamos cómo está siendo su experiencia -no es habitual que un dibujante europeo trabaje para el mercado nipón- o cuestiones como la confección de los extras de un manga o las diferencias -en clave narrativa- entre el cómic occidental y el japonés.

 

Matagi Gunner

 

Pregunta: ¿Cómo está siendo el feedback de la obra tanto en Japón como en España?

Juan Albarrán: Vivo en Japón más o menos desde hace un año y el lanzamiento en España me ha pillado aquí. Salió en el Salón del Manga y Norma Editorial lo dio todo por promocionarlo con un mural gigantesco en su stand, camisetas… hicieron todo lo posible y hubo una buena recepción. En redes sociales, que es lo único que tengo para hacerme una idea, hay muchas fotografías de gente que lo ha comprado. Y cuando ha salido el segundo también he visto a mucha gente comentar que tenía muchas ganas de saber cómo continuaba. Si hay alguien que ha dicho que no le gusta o que es horrible (ríe) no me he enterado. También es verdad que no estoy allí y no he hecho ninguna sesión de firmas para poder saber exactamente o hablar con la gente cara a cara y ver qué les ha parecido. Pero bueno, en principio parece que ha habido bastante repercusión, sobre todo en los medios, que se interesan en el manga y en mí.

En Japón está funcionando bien, no sé si mejor que en España, pero parece que estamos cogiendo un poco de carrerilla. Ha salido el tankōbon 6 y la primera tirada se ha agotado en dos semanas, un récord desde el primero, que también  se agotó rapidísimo. Hubo un tweet del guionista Shôji Fujimoto en el que poníamos el primer capítulo gratis en Twitter, se hizo viral e hizo que el primer tomo se acabara en tres días. Una cosa fuera de lo común y a partir de ahí tuvo un ritmo de venta más normal. Lo que ha pasado últimamente es que ha salido en la tele dos veces. Salió en dos programas, especialmente en uno en prime time a finales de año en el que gente famosa de aquí recomienda un manga que a ellos les gusta. Y dio la casualidad de que un comediante muy famoso recomendó Matagi Gunner y se hizo trending topic en Japón durante una noche. Y nada, semanas más tarde salió el tankōbon 6 y ha sido un empujón muy grande para la serie. De momento yo pregunto a los editores y dicen que no hay planes de acabar la serie ni nada. Llevamos dos años, he acabado ahora el trabajo del séptimo tankōbon. Así que no es señal más de que funciona bien.

 

P: Siempre tuviste la ilusión -y más tarde ambición- de trabajar para el mercado japonés. ¿Te imaginabas ilustrando un manga de carácter costumbrista como este? ¿Qué tipo de mangas eran los que imaginabas dibujar?

R: Fíjate que sí. Obviamente no me imaginaba dibujar algo como Matagi Gunner -porque a quién se le habría ocurrido un cazador del Japón rural jugando a videojuegos- pero a pesar de que como lector sí me gusta, nunca me había planteado dibujar algo muy shonen como es la acción de la parte de los videojuegos, que es prácticamente un manga de peleas. Y a la vez, el tema de algo tan costumbrista sí que me lo imaginaba; no en el Japón rural porque me parece muy ajeno a mí, pero sí que me han gustado siempre -como lector y como dibujante- historias costumbristas en el entorno de una ciudad, que es lo que yo conozco. Entonces hay una parte que sí, que no solo lo imaginaba, sino que es la parte que más disfruto. Mucha gente se sorprende y cree que me gustaría más la parte de los videojuegos por la acción y tal, y en realidad lo que me parece más interesante es la otra parte porque aprendes de cultura japonesa y sus tradiciones. Me enriquece no solo para mejorar como dibujante, sino que también aprendo cosas de la cultura de este país.

 

Matagi Gunner

 

P: A la hora de encarar el trabajo, ¿son muy diferentes los códigos entre el cómic americano y el japonés? Pienso por ejemplo en las diferencias entre una película y una serie. Ambas son producciones audiovisuales, pero el formato determina mucho los códigos y dinámicas. ¿Pasa lo mismo con el cómic?

R: Yo creo que sí. A ver, el cómic es cómic, está claro. Hay unas bases que se comparten tanto en el manga japonés como en el cómic americano, pero en el manga todo más gráfico en el sentido de que en el cómic americano se tira en mayor grado hacia el realismo y en el japonés se tira de muchos recursos, como lo típico de los ojos grandes para enfatizar las expresiones, los diseños de los personajes son mucho más simples, más gráficos, en cuanto a que están más alejados de lo que es la realidad. Y lo mismo con códigos para mostrar velocidad, impacto; o a la hora de mostrar algo dinámico, que se hacen las líneas cinéticas -que aunque sí se ven en el cómic americano, cada vez más porque es influencia, es algo que aquí se hace mucho más.

También a la hora de cómo narrar historias. Aquí es todo muy exagerado. Las expresiones son mucho más marcadas. Cuando un personaje se sorprende es una sorpresa muy grande. Siempre he pensado que una manera en que los japoneses hacen interesante el manga de cualquier cosa es haciendo que todo parezca a vida o muerte. Es todo muy exagerado. Por ejemplo, en Campeones o Capitán Tsubasa, cuando Oliver y Benji están jugando un partido parece que para quien pierda se va a acabar el mundo. Eso lo trasladan a todo tipo de manga y hace que todo esté súper amplificado y exagerado, algo que en el cómic americano quizás no pasa tanto. Y en el europeo todavía menos.

Luego, la estructura de las historias son distintas. En el cómic americano tienes los tres actos de presentación o inicio, nudo y desenlace y aquí usan el kishōtenketsu, que son cuatro secciones o puntos en la historia. Es una manera diferente de explicar historias que no se basa tanto en el conflicto como en la estructura occidental de los tres actos donde hay un protagonista que quiere una cosa y le pones un obstáculo en medio. Y aunque en el manga también hay mucho de eso, muchos mangas se basan en otros tipos, como en el desarrollo de personajes o en el día a día y no necesariamente tanto en el conflicto o el viaje del héroe; que es otra estructura muy básica de los cómics occidentales en la que el héroe pasa por esa deconstrucción o transformación, se cumple el círculo y llega al principio donde estaba, pero transformado por el viaje que acaba de hacer. Es algo que tenemos muy interiorizado en occidente, pero que aquí no se usa tanto. Son dos maneras de explicar historias a través del cómic que son distintas; pero al fin y al cabo estamos explicando historias con viñetas, que tanto en el cómic japonés como el americano son lo mismo, así que hay diferencias, pero también muchas cosas en común.

 

P: Teniendo en cuenta la barrera idiomática -sobre todo para acertar con matices e intenciones-, ¿cómo ha sido la colaboración con Shoji Fujimoto?

R: Colaboración Shoji Fujimoto no hay ninguna (ríe), los editores nos tienen separados. Y no lo digo con mala intención. He conocido a Shoji Fujimoto en persona un par de veces y por Twitter hemos intercambiado algún que otro mensaje, pero en cuestiones de trabajo los editores y él crean la historia, cuando está acabado cada capítulo me lo pasan y yo me dedico a dibujarlo con el feedback o la guía de los editores. Sí que es verdad que Shoji Fujimoto ve todo el trabajo que hago y también da alguna sugerencia, pero todo a través de los editores. En principio yo no tengo ningún tipo de influencia en la historia. Al ritmo que vamos, que son 60 páginas al mes, tres capítulos cada cuatro semanas, no da tiempo de hacer mucha colaboración. Es decir, yo tengo que dibujar un capítulo en siete u ocho días si quiero seguir el ritmo. No hay tiempo para colaboraciones.

Y sobre cómo acertar con matices e intenciones, son cosas que sí son importantes porque a día de hoy yo me cojo los textos, los traduzco por Internet y no son perfectos y a veces se escapan cosas, pero para eso están los editores. Los editores me ayudan sobre todo con la documentación y con cosas culturales como gestos de las manos, lenguaje corporal; ya voy conociendo más, pero a veces sí que he dibujado un gesto que no es el gesto de lo que quiere decir el personaje porque no había acabado de interpretar el guion.

 

P: ¿Y cómo has encarado el proceso de documentación?

R: De nuevo lo editores. El mundo de los matagi es totalmente alienígena para mí, no conocía nada. Pero las editoriales en Japón están a otro nivel en cuanto al tema de la documentación. Están involucrados hasta el punto de que antes de que se hiciera la serie, ellos mismos, los editores y el guionista tenían que conocer también el mundo de los matagi porque ninguno era experto, que yo sepa. Se hicieron dos o tres viajes a la prefectura de Akita, donde pasa el manga, y se reunieron con matagis de verdad y se fueron con ellos un día o dos, sacaron cientos y cientos de fotografías que me enviaron y esa es un poco la base de la documentación para el mundo matagi. Tengo carpetas y carpetas en el dropbox de fotografías de referencia que me enviaron de los editores y Fujimoto para ver las vestimentas, cómo son las casas, las armas, los almacenes que tienen, cómo son los camiones, cómo es el bosque, la vegetación… de todo eso tengo fotografías.

Luego, cuando la historia progresa y se va de la parte rural a otros muchos sitios -se ha ido a Barcelona, a Tokio y otras ciudades japonesas-, ya he tirado de Internet o también de preguntar. Y bueno, con el tiempo ya casi no tengo que preguntar porque cualquier cosa cultural que los editores o Fujimoto ven que es algo muy específico y que es muy probable que yo no lo conozca, el guion ya me viene con la fotografía de referencia. Lo hace todo mucho más fácil, la verdad. También yo me paso mucho tiempo en Internet mirando fotografías de, por ejemplo, cómo dispara la gente, las poses y ese tipo de cosas; porque aunque el manga no tiene un estilo realista, sí que intento que las poses de disparo y todo eso se acerquen lo máximo a la realidad para que la acción sea creíble. Y cuando vemos a un cazador cogiendo una escopeta que se supone que ha usado toda la vida, que parezca que sabe como usarla.

 

Matagi Gunner

 

P: ¿Cómo se fraguó la idea de situar a un personaje en Barcelona? Sobre todo -lo digo como broma- porque en la portada del cuarto volumen presentáis la fachada de la Sagrada Familia y dada la complejidad de la catedral no sé si terminaste alegrándote o «arrepintiéndote» un poco.

R: Yo no tuve nada que ver. Como te decía, la historia la hace Fujimoto con el feedback de los editores, pero con el tiempo sí que me he dado cuenta -también me lo han confirmado los editores- de que Fujimoto me está usando un poco como fuente de inspiración en el sentido, por ejemplo, de que por conversaciones se ha enterado de sitios donde yo he vivido y están saliendo todos en el manga. Porque él también dice que si vamos a llevar la historia a distintos sitios, es mejor llevarla a sitios que yo conozca o con los que tenga familiaridad para dibujarlos y así quede más realista. Luego las ideas han de salir de algún lado y el hecho de que sea español es algo distinto aquí y a él le hace gracia y me usa un poco como inspiración.

Lo de la fachada de la Sagrada Familia y demás… yo tengo asistentes, entonces si alguien se tiene que «arrepentir» de algo así (ríe) seguramente sean ellos. En este caso el fondo, la línea, porque yo hago el color, lo hizo uno de mis asistentes. Normalmente es el tipo de trabajo que hacen: los fondos en la mayoría de viñetas -sobre todo los grandes, que llevan más tiempo. Por lo que te decía, 20 páginas en 7-8 días sin asistentes sería imposible. Y que salga la Sagrada Familia, Barcelona y todo eso, tiene que ver con que el mundo de los videojuegos da pie a que haya personas que juegan en todas partes del mundo y eso da mucho juego para expandir el universo de personajes de la serie, que empieza en un sitio muy concreto, el Japón rural, pero se acaba expandiendo por todo el mundo.

 

P: En no pocos mangas es habitual encontrar contenidos adicionales, ya sea con pequeños relatos extra, ilustraciones o, como en vuestro caso, epílogos hablando de la experiencia creando el cómic y una mini historieta presentándote. ¿Cómo se decide si habrá extras o no y qué tipo de material se incluye?

R: Todo eso viene de los editores. Normalmente todo volumen que se publica tiene algo de material extra, suelen ser tres o cuatro páginas y a veces se incluyen cosas que se han publicado en la revista. En Morning -nuestra revista- la primera serie que sale en el orden de la revista al abrir la portada siempre tiene color. Se hace cuando, por ejemplo, sale a la venta tu tankōbon y te ponen a ti el primero para enfatizarlo y promocionarlo, o para series muy conocidas… este tipo de situaciones. Esas páginas a color incluyen cuatro páginas del cómic a color o cosas como entrevistas, que en mi caso hicieron entrevistas a una abuela que jugaba videojuegos y a un experto en armas hablando de las escopetas que salen en el manga. Muchas veces eso se acaba añadiendo al tankōbon porque hay gente que lee la revista, pero yo creo que hay más gente que lee el tankōbon que la lee las revistas semanalmente.

Luego hay veces que los editores hablan entre ellos para ver qué podemos hacer y, por ejemplo, la historia en que me presento es una cosa que he hecho ya un par de veces porque ellos quieren enfatizar el hecho de que soy de fuera, es muy poco común y quieren usarlo como gancho para el público de aquí. Y funciona. Como te decía, cuando la serie salió en la tele, hablaron de todas las series, pero solo hablaron de un mangaka, que fui yo. Pusieron mi foto y todo. Y es por el hecho de que querían resaltar que soy de fuera. Es algo que los editores y Morning saben y quieren resaltarlo.

Cuando estás preparando el tankōbon, cuando estás haciendo las portadas y todo eso, que se hace dentro del mismo ritmo infernal de 60 páginas al mes y tienes que encontrar tiempo donde no lo hay, a veces te dicen «qué te parece si haces un cómic de dos o tres páginas, te presentas o haces un texto explicando lo que quieras», te dan un poco a elegir de qué quieres hablar. Muchas veces es texto, siempre con algún dibujo si es posible. A veces me lo piden a mí, a veces a Fujimoto, y a veces nos lo piden a los dos. Siempre intentan poner algo al tankōbon que sea nuevo. A veces es como te digo, si hay algo que ya ha salido en la revista se aprovecha, al menos para que nos dejen respirar un poco (ríe), pero siempre intentan poner algo, incluso para que la gente que ya lo ha leído, por poco que sea, tenga un incentivo de comprar el tankōbon también.

 

Matagi Gunner

 

P: En España resulta muy llamativo ver a un autor de la casa trabajando para el mercado japonés, y por lo que dices entiendo que sí, pero ¿sucede lo mismo allí? Es decir, ¿les sorprende ver a autores occidentales trabajando en su industria?

R: Sí, muchísimo. Cuando me contrataron en Morning yo vivía en Barcelona por aquella época, hace dos años, me decían que nunca habían hecho nada sobre el tema de hacer los pagos, qué formularios tenía yo que rellenar para el tema de impuestos, declaraciones y tal, porque en 40 años de revista nunca habían trabajado con alguien que vivía fuera. No soy el primer extranjero -hay ahora por ejemplo una serie dibujada por un coreano, al que tuve la suerte de conocer hace poco, que lleva 18 años aquí, habla japonés casi como un japonés- pero es un poco una excepción; porque no hablo japonés o muy poco (porque lo estoy aprendiendo). Ahora creo que empiezan a llegar más porque entre Kenny Ruiz, alguno que otro más y yo, empiezan a ver que se puede y creo que en el futuro habrá más. Además, poco a poco las revistas se dan cuenta de que hay una cantidad de gente con talento fuera de Japón y que hay muchísimo manga que publicar y no todo el mangaka de aquí es bueno. Entonces, si podemos buscar a gente de fuera, fantástico. Ellos están interesados. El tema del idioma, sí, sigue siendo un problema porque hay muy poca gente que hable español o inglés, pero bueno, si se presentan dibujos o gente con intención… y luego vente. En mi caso no soy un virtuoso del dibujo, pero es verdad que la serie está funcionando. Yo creo que eso anima a la gente, sobre todo a buscar más dibujantes y -en este caso- a promocionarme a mí.

Y la gente… por ejemplo, cuando salí en la tele diciendo que era de fuera, mucha gente se sorprendió. En Twitter veía muchos comentarios al respecto, gente que creía que mi nombre era un pseudónimo (ríe) y que yo era japonés. E incluso alguno decía que aunque lo dijeran en la tele, creían que era un japonés y que les estaban intentando colar un gol por la escuadra. Te pongo un ejemplo, te dije que había conocido a un coreano que también dibuja una serie en Morning, hace un mes se hizo una especie de fiesta de año nuevo en Morning y todos los dibujantes del departamento editorial y los editores se juntan y charlan, se conocen si no se conocen en persona… y solo había dos personas que no eran japonesas, este dibujante coreano y yo. Y yo era el único occidental. Todo el mundo me miraba porque decían «y este qué hace aquí». Algunos sabían que yo era español, pero sí, cada vez que andaba por allí todo el mundo se me quedaba mirando. Así que sí, es muy poco común porque la verdad es que hay pocos ahora mismo. Kenny Ruiz; creo que hay un italiano que está dibujando en Afternoon que ya está publicando o está preparando. Pero aparte de eso hay muy poca gente. Se siguen sorprendiendo igual o más de lo que se sorprenden en España.

 

P: Y para acabar, siendo una historia en la que los esports tienen un gran peso… ¿qué tal te defiendes como gamer?

R: (Ríe) Pues ahora mismo fatal. La verdad es que estoy muy desconectado del tema. Cuando era joven a mí me gustaban mucho los videojuegos. Aunque también jugué a los FPS, que es lo que hacemos ahora en Matagi Gunner, cuando la cosa estaba empezando y eran otros niveles, te hablo de 20 años y era un nivel de juegos, de gráficos,… que no existía un 10% de lo que es ahora -ya me hubiera gustado tener a mí estos juegos en aquella época-, lo que más me gustaba eran los juegos de deporte, el FIFA, los juegos de baloncesto, tenis… Los juegos me han gustado siempre, pero hace años, de hecho desde que empecé a dibujar cómics, lo tengo muy aparcado porque no tengo tiempo. Y menos ahora. Te digo que tengo asistentes, pues el tema de los videojuegos es como un imposible. No es que lo eche de menos, o sea no tengo ni una consola, pero a veces sí que me gustaría tener una consola y echar una partida al FIFA de vez en cuando y este tipo de cosas. Pero en cuanto al tipo de videojuegos que salen en la serie, hace años que no juego a uno. Entonces, fatal, fatal, fatal (ríe). Sí me preguntas qué como te defiendes, ahora mismo sería un desastre. Elige el peor personaje que juegue a videojuegos en el manga, pues ese sería yo.

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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