El médico alemán llega el 11 de octubre a la cartelera española. Mientras, la película se ha paseado por Cannes y ahora se proyecta en el Festival de San Sebastián en la sección de Horizontes Latinos. Lucía Puenzo adapta su propia novela al celuloide, donde se ha rodeado de Natalia Oreiro, Diego Peretti, y de Álex Brendemühl, que se pone en la piel del protagonista: Un doctor proveniente de Alemania que se hospeda en su viaje por Argentina en una hostería regentada por un matrimonio. Ellos se muestran recelosos ante tan misterioso huésped. Lo que no saben es que están alojando a Josef Mengele.
En su trayectoria, Brendemühl ha lidiado con personalidades introspectivas y oscuras, y en esta producción argentina, ofrece la otra cara de uno de los mayores criminales de la historia.
Foto: MONTSE CASTILLO / FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN
P: ¿Qué te sedujo de este personaje?
R: Principalmente que era difícil interpretar un personaje que ya tiene una carga histórica tan fuerte. Era un reto darle forma a un personaje en el que su mito precede antes de ponerte a actuar. Es interesante en ese punto nadar contra corriente, nadar contra el monstruo e intentar humanizarlo, porque más allá de biografías, suposiciones, o comentarios subjetivos de personas que le conocieron y los actos que cometió, no tienes más información, con lo que te permite darle la forma que crees conveniente: Sabes que es del Sur de Alemania, de modo que intentas reproducir el acento de esa zona, le intentas dar una voz como la de los discursos de Hitler, un poco metálica que resulta incluso antipática, le pones un deje argentino en el habla… Vas trabajando esos pequeños detalles que intuitivamente crees que le pueden aportar algo al mismo. En cuanto te ponen un bigote, un traje gris impecable y una corbata, ayuda y ya te da una actitud fría. A partir de ahí me dedico a vivir la situación del momento, y ver cómo reacciono, tienes el bagaje para que puedas reaccionar a los estímulos externos. Es interesante y duro también porque a veces se apodera de ti hasta cierto punto, y lo único que puedes hacer es arremangarte y meterte dentro. En ocasiones resulta incómodo porque no entras o sales de cualquier manera.
P: En tu trayectoria, es más de una ocasión, has tocado historias de ficción pero ambientadas en otras épocas, ¿Qué es lo que te interesa de la historia?
R: Me interesa la historia y me interesa transportarme a otras épocas para entender la actualidad. Hay muchas conexiones entre los países. Compruebas que todos tienen manchas en sus historias, en las que igual no se ha hecho suficiente ahínco para confrontarse con su propia verdad y te das cuenta que igual tienes un material que es necesario que pueden invitar a la reflexión del mundo en el que vives. Me gusta el estudio antropológico.
P: Este proyecto se ha rodado con una producción argentina, ¿hay algún detalle en su industria que te llame la atención?
R: Hay algo muy inherente a los rodajes, y es que son muy parecidos en todo el mundo, te encuentras que los arquetipos del maquillador, del sonidista, del director de fotografía, son personajes muy similares, aunque siempre hay matices en decirte las cosas, en la forma, hay que entrar y hay que entenderlo.
Yo tengo la cultura argentina cercana por mi mujer, y me gusta y me siento como en casa. Aparte, el cine argentino me interesa y me gustan las historias que se cuentan, tanto la libertad formal y narrativa. Hay gente muy talentosa a niveles de guiones, de realización, como lo que me he encontrado ahora. Encontrarse en ese país y poder viajar por la Patagonia para rodar es un verdadero lujo.
P: ¿Supuso un punto más de presión el hecho de que Lucía Puenzo fuera la escritora además de la directora?
R: Lucía lleva muy bien la traslación de la novela a película. Al igual que en sus otras dos películas, deja de lado al novelista y empieza un proyecto en el todo el equipo es partícipe; va sumando elementos que surgen. En ese sentido ella es bastante hábil para no fijarse. Trasladar la novela a cine es un momento muy delicado, porque la novela obviamente contiene ciertos matices que en película se convierten en un trazo grueso. Es difícil contar sentimientos. En este caso el punto de vista es el de la niña, que conoce a este extranjero a la vez que descubre la adolescencia. El texto está muy lleno de detalles y descripciones que han sabido reflejarse bien en pantalla.
P: ¿Qué resaltarías de los compañeros de reparto?
R: Con Florencia (Bado) me llevé una sorpresa ver a una niña que tenía mucha madurez actuando sin tener experiencia y que tuvo la capacidad de entender cómo funciona un rodaje, y saber separar el personaje ficticio que vive momentos difíciles en la trama, y que sabe llevarlo bien. Me encantó trabajar con ella, fue un descubrimiento que promete. Además, trabajar con monstruos como Natalia o Diego Peretti te facilita mucho el trabajo, hubo mucha complicidad
P: ¿Puedes hablar de proyectos futuros?
R: Este año he rodado una película alemana y también otra llamada Estrella candente, de Luis Miñarro, que retrata al personaje de Amadeo de Saboya, un personaje bastante tragicómico, al que el director le ha dado un tratamiento muy poético, y tengo varios proyectos para el año que viene, algunos en Alemania y otros por aquí; a ver si no se complican y van saliendo.
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