Era una de las ruedas de prensa con más elenco. Al actor y director se unían productor y los secundarios que participan en esta producción. Numeroso, como los grandes espectáculos. Pero la pomposidad se queda en el escenario, y todo el emperifollamiento de Casanova Variations transmuta a una corrección casi enmudecida. La batuta –mejor dicho, la muleta, porque viene lisiado– la lleva John Malkovich, y le secunda Michael Sturminger, director de este difícil reto.
El realizador de esta simbiosis entre ópera y cine definía a su proyecto como “un intento de fusionar ambos mundos”. La evidente complejidad tenía que mencionarse, ya que contaron con pocos días para hacer el espectáculo en directo en un teatro. “La iluminación era compleja, filmarlo con cámaras de mano también, pero lo reunimos todo de la manera más fácil, teniendo presente la estética, por supuesto”. La parte actoral no se queda atrás: “hubo espacio para la improvisación con los actores. Tanto la parte técnica como la actoral fueron unos cimientos fantásticos en la obra, pero la película sube varios niveles si tienes a John Malkovich en ella. Se eleva porque todo el mundo quiere trabajar con él”. Un actor misterioso para un personaje icónico. “Gran parte de la leyenda no tiene que ver con la persona. La leyenda de John a través de este papel, sigue estando presente y el papel de seductor, pero también ha hecho muchos más papeles en su carrera”, añadía el director.
Por su parte, el consolidado actor contestaba las preguntas con pausa y humildad. Su figura ha sido enigmática siempre. “No existe la privacidad del actor a cierto nivel. Vivo en mi propio mundo privado, y nadie puede hacer nada acerca de esto, aunque lo han intentado”, afirmaba cuando le preguntaban sobre su vida privada.
Siendo uno de los intérpretes más admirados, él habla de su trabajo como un actor más: “Cuando interpreto un papel, hago lo que tengo delante de mí; si el personaje debe ser seductor, es lo que hago”. En cuanto a su estilo de interpretar, el añadía que “un actor que siente algo no recurre a que el público lo sienta también, puede que actuar sea algo como una terapia, mejor dicho, algo que pasa a través de ti”.
Él no tuvo duda de participar en esta película e interpretar a este protagonista, llevado tantas veces a la gran pantalla. Al mencionarse a Marcello Mastroianni, que también hizo el rol del seductor, Malkovich recuerda su afán por ir a trabajar, el placer que fue trabajar con él, “pero yo no vi su película”, reconocía.
Su faceta de perverso siempre ha acompañado al protagonista de Las amistades peligrosas, pero él lo ve como algo más práctico: “No pienso demasiado en ello. Veo más lo que hacen los otros y respondo a lo que ellos hacen, ese es el juego. Es difícil pensar en mí mismo como un personaje. En la preparación de esta película tuvimos la oportunidad de ser más complejos. Pudimos ofrecer las distintas capas que conlleva”.
Él ha sido un ejemplo para otros actores, pero a él le causa la misma sensación estar con los noveles “porque ponen un gran esfuerzo, pasión, y sin temor. Claro que probablemente se haya tenido miedo, y existe una gran probabilidad de que parezcas como un tonto, pero cada intérprete tiene que acostumbrarse a eso. Cuando trabajas con personas más jóvenes parece inspirador, porque tengo hijos, y me hace preocuparme de ellos”.
Y él, director y actor, no se ve haciendo las dos funciones en un proyecto. “Nunca dirigiría nada en la que yo estuviera como actor; sería mi director menos favorito con mi actor menos favorito”.
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