Invasión a la Tierra es un filme que ensalza al cuerpo de marines estadounidense y en este aspecto es una cinta destinada casi exclusivamente para el consumo norteamericano (país en el que dicha rama del ejército goza de una muy buena reputación y prestigio). Si en Europa somos capaces de comprender este hecho y tolerarlo nos encontramos con una película muy entretenida que no decae y mantiene el interés del espectador de principio a fin. Más una historia de fidelidad y compañerismo que un mata-mata de alienígenas venidos de quién sabe dónde.
La historia:
Lo que parecía una lluvia de meteoros se convierte en una invasión en toda regla por una raza alienígena… Un argumento fácil que cuenta con un factor que aumenta su credibilidad con respecto a otras películas del «sector»: los aliens no son todopoderosos.
Si nos fijamos bien en algunos ejemplos de películas famosas de invasiones alienígenas en la Tierra vemos que los extraterrestres son intocables tecnológicamente (La Guerra de los Mundos) o son capaces de generar esos clásicos campos de fuerza tan molestos (Independence Day). Sin embargo, Invasión a la Tierra nos presenta unos visitantes bastante más cercanos a nosotros tecnológicamente. Unos seres contra los que se puede luchar, lo que justifica una película sin héroes-científicos brillantes, sino centrada en unos soldados que se han de enfrentar a una emergencia que no saben como combatir. Una dura prueba que demuestra la importancia de la confianza en el prójimo y la capacidad para trabajar en equipo en las situaciones límite.
Y si nos centramos en este aspecto, la película se vuelve bastante interesante.
Los actores:
Partiendo de la humanidad de los personajes sus acciones ganan en heroicidad, al representar, además, el espíritu de superación. Un mensaje claro a los espectadores de una película que sale a la luz en un mundo en crisis.
Sobre las actuaciones no hay mucho más que destacar. Michelle Rodríguez interpreta por enésima vez el mismo papel que hizo en Avatar o en Perdidos: tipa dura y guerrera. Aaron Eckhart aprueba pero no brilla y el resto de personajes acompañan y cumplen también con su papel.
Dirección y guión:
Liebesman asume bien el control de esta cinta. Si a la salida de los cines norteamericanos hubiese gente reclutando para los cuerpos de marines más de uno y más de dos no podrían resistirse a los encantos del uniforme verde pixelado.
Pero una de las decisiones más acertadas a la hora de elaborar el guión de la película es, de nuevo, la elección de unos extraterrestres con una tecnología superior, pero no tan lejana como para resultar insuperable. Esto permite un filme de ida y vuelta, de retirada y contraataque en el que la primera es desesperada, pero el segundo no es descabellado (como lo era, y eso que la película es genial, el de Independence Day).
La música:
En las manos de Brian Tyler (autor de las bandas sonoras de Constantine o Last Call, entre otras). El compositor le da un toque de épica a cada una de las pistas de audio de esta banda sonora que, si bien tampoco impresiona, cumple con su cometido de acompañar en los momentos de acción y relajar el ánimo del espectador para prepararle para el siguiente subidón de adrenalina.
En resumen:
Si logramos simplemente sonreír cuando el patriotismo americano es demasiado patente, esta película no sólo se deja ver, sino que se disfruta sin reservas.
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