Hace casi 40 años a Lewis John Carlino se le ocurrió una idea para una película que protagonizaría el tipo duro de la época: Charles Bronson. La idea era sencilla y funcionó a las mil maravillas. Un asesino profesional entrena al hijo de su mentor, al que hace tiempo se le ordenó asesinar. Acción a raudales, explosiones y testosterona Made in USA. Lo único que no gustó mucho fue el título. ¿The Mechanic? No salía un taller en toda la película… Al final se renombró la película como Killer of Killers y todos contentos (a España llegó como Fríamente… Sin Motivos Personales)
Pues bien, cuatro décadas después, Carlino nos trae el mismo guión, esta vez de la mano de Simon West (Con Air, Tomb Raider…) y de nuevo recurre al tipo duro de moda. Un Jason Statham que se ha propuesto tomar el relevo de los tipos duros de los 90 pero que está siempre tan serio en sus películas (y si no mirad Transporter o Crank) que se aleja un tanto del carácter de esos actores.
La historia:
Arthur Bishop es un asesino a sueldo que trabaja para una misteriosa compañía que lo contrata usando como tapadera unos supuestos servicios mecánicos. Es el mejor en lo que hace pero carece de capacidad de trabajo en equipo. Un día le encargan acabar con Harry McKenna (Donald Sutherland), su mentor y único amigo. El peso de la culpa tras el encargo le lleva a tratar de adiestrar a su hijo Steve (Ben Foster), un bala perdida violento y sin disciplina ni cariño hacia su difunto padre.
No creo que nadie espere de una película de Statham un argumento profundo e intenso. La película, en este aspecto, ofrece lo prometido, lo que se espera de ella: un argumento que es una mera excusa para kilos y kilos de acción repartidos a partes iguales en peleas y explosiones.
Los actores:
Como he dicho antes, Jason Statham es el actor de moda para películas de acción (como lo fueran en su momento Van Damme o Jet Li) El personaje que interpreta una y otra vez es el de tipo serio (frío y sin sentimientos) que mata por encargo. Es un fuera de serie en cuanto a coreografías en peleas, aunque en esta película no nos ofrece mucho en este sentido, y no desentona frente a la cámara porque, por suerte, dispone de ciertas dotes para la actuación. Sin embargo, el papel que más me gusta de los que ha hecho (el que interpreta en Snatch: Cerdos y Diamantes) es muy distinto. A ver si vuelve a hacer algo así.
Ben Foster es, para mí, de lo mejorcito de la película. A su personaje hay veces que te dan ganas de adoptarlo y enderezarlo… y otras te dan ganas de meterlo en un saco y tirarlo al río. Buena actuación de este chico de Boston que quizás os suene de El Tren de las 3:10 o de X-Men 3 (en la que hacía de Ángel)
Al ser una película de este tipo, el resto de papeles pasan más o menos desapercibidos. Incluido el de Donald Sutherland, cuyo papel habría sido interpretado igual de bien por cualquier otro actor menos conocido.
El director:
Simon West se limita a coger un guión ya utilizado y a adaptarlo a los medios actuales. Aprovechando que muy pocos chavales de ahora conocerán la película original. No hace mal trabajo, pero comete algunos errores de principiante con ciertas escenas que parece que se han rodado con cierta prisa y sin revisar.
La banda sonora:
A cargo de Mark Isham (Crash, Cuestión de Honor…) En general está muy bien y los temas de otros artistas que selecciona para momentos determinados son los más adecuados. El único pero que le saco es que le sobra épica. Me explico: Ir a una cafetería con la misma música de una persecución de la policía choca… y mucho.
En resumen:
No pasará a la historia esta película, pero tampoco lo pretende. Es una entretenida cinta para los amantes del género. Pero se puede vivir perfectamente sin ella.
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