Galveston: Remendando harapos

En su tiempo libre, Mélanie Laurent se dedica a grabar discos y dirigir películas. Este año ha tocado película en Estados Unidos que adapta una novela de Nic Pizzolatto (autor de True Detective) que, a modo de road movie, cuenta la historia de un sicario (interpretado por Ben Foster) y la prostituta (Elle Fanning) a la que acaba de rescatar de un peligroso proxeneta.

 

 

Galveston es una película que no molesta en absoluto y ese es principalmente su problema. es una película que inunda al espectador de una indiferencia preocupante cuando el tema que trata debería remover y hacer sentir incómodo. Sin saber bien cual es el problema de la cinta, uno puede aventurarse a decir que es de montaje y que en postproducción apareció un productor con unas tijeras y le amañó la película a Laurent, aunque también hay cierto problema de tono.

 

No se sabe muy bien si Laurent quiere que su narración sea lenta o frenética, no se sabe si está haciendo un drama social o un neothriller trepidante porque la cinta oscila de forma constante entre las historias personales de sus protagonistas y persecuciones armadas por carreteras inhóspitas. Lo único que parece tener claro Laurent es que quiere filmarla cámara en mano en su totalidad pero a nivel narrativo es una obra extremadamente pobre, fallida y muy torpe.

 

Elle Fanning

 

En cierto momento que Galveston quiere llegar más allá de la historia de sus personajes centrales, se nos presenta un caso de violencia doméstica que resulta ser el punto de partida de todo el tramo final del filme, porque Laurent entiende ese caso particular como algo extrapolable a todo el contexto sobre el que gira su película y decide tomarlo como el punto definitivo hacia el clímax. Pese a toda su buena intención, esta extraña y aleatoria alegoría no hay por donde cogerla, porque se trata de algo forzado hasta el extremo que la convierten en algo confuso y de un discurso difuso.

 

El problema es que esta alegoría sirve también para aligerar los tempos y todo el final se precipita y empiezan a pasar tantísimas cosas tan rápido que se acaba viendo todo con estoicismo y cierta pesadez. Para colmo, cuando parece que todo ha terminado, llega uno de esos sobre explicativos epílogos que regalan información que nadie pide.

 

 

Ben Foster y Elle Fanning son buenos actores y hacen lo que pueden, porque sí que se les ve más de una vez perdidos; se nota que ni ellos mismos entienden hacia donde van los personajes y defienden el texto de forma digna pero nunca resaltable.

 

Galveston es la típica película que es mala pero irrelevante, no da ni para reírse con amigos, ni para ser poroducto de Netflix o un saldo en DVD en un Carrefour de provincias. Es esa clase de filme que mientras lo ves te preguntas constantemente ¿pero quién ha pedido esto? Y cuando compruebas los datos de taquilla te das cuenta de que nadie.

Acerca de Alex Manzano

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Cine, arte y tebeos. Amarás el musical sobre todas las cosas. John Cameron Mitchel es mi dios. Si quieres encontrarme, busca en mi habitación. Si no, en cualquier rincón de Madrid.

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