«Continuaremos esta conversación bajo otro cielo«
Aprovechan desde Panini este número de pseudo-cierre de saga para echar la vista atrás y reflexionar sobre el primer año de Al Ewing al frente de El Inmortal Thor. Hagamos lo propio y revisemos en qué han consistido los primeros doce meses (aproximadamente) que hemos vivido de este nuevo Padre de Todos. Y es que el tiempo pasa volando y hemos tenido un poco de todo en esta cabecera que, en principio, venía a tranquilizar al pueblo tras la nefasta y descolorida etapa de Donny Cates (rematada como pudo por Torunn Grønbekk) y a ofrecernos un dios del trueno más accesible y carismático. Algo que devolviera la luz y el color a las páginas de esta cabecera, vaya. La cosa es que, poco más de un año después nos encontramos con una serie que ha tenido sus más y sus menos a todos los niveles.
Por un lado, el regreso al clasicismo de Thor es algo para aplaudir. Cuando leemos sus actuales aventuras sentimos como si estuviéramos reviviendo antiguas gestas entre dioses de los más diversos panteones. Las trifulcas de Thor con Toranos y compañía nos han llevado a visitar a Gea, al Loki primigenio, a Nyx y sus hijos y, ahora, a un Zeus que sigue fuera de sí desde tiempos de (¡oh!) el propio Ewing al frente de los Guardianes de la Galaxia. La serie se ha vuelto más épica y ha ahondado mucho más en los mitos alrededor de las figuras de Thor y de Loki. Y esto siempre es bueno. Sin embargo, entre tanta vuelta a los clásicos, la serie ha perdido algo de claridad (un poco como le está ocurriendo al mismo guionista al frente de Veneno) y en ocasiones cuesta mucho seguir el ritmo y entender hacia dónde nos dirigimos con esta cabecera.
«Ésta es una historia de un destino oscuro«
Por otra parte, soy de los que opinan que, en su más que legítima búsqueda de la innovación y de la inclusión (ningún problema con ello) el autor (o más bien la editorial en España) se ha metido en un berenjenal lingüístico que no necesitaba (mucho menos cuando el género fluido de Loki es algo internacionalmente asumido y hasta celebrado sin que la terminación de cuatro palabras haya tenido nunca que acentuar tal situación) y que lo único que ha hecho ha sido revolver el avispero de quienes se sienten atacados en su identidad, desviando la atención de la verdadera trama de esta historia. Además, el cruce de esta serie con los D.I.O.S.E.S. de Jonathan Hickman no ha hecho sino volver a los lectores completamente locos y alejarlos de la trama que se pretendía contar.

El Inmortal Thor #13 (#156)
Mención última a la batalla contra Roxxon y la metaficción y las ácidas reflexiones del guionista que ésta trae consigo. Me parece que el verdadero Ewing, el que más nos atrae y el más aplaudido está ahí, en este tipo de historias que apelan directamente a la realidad del lector, obligándole a posicionarse frente a ella.
Claroscuros, como veis, en un primer año en el que nos han acompañado también unas excelsas portadas de Alex Ross y en el que el futuro del dios del trueno apunta a aún más grandes gestas y a tramas cada vez más enrevesadas. Sólo espero que Ewing no termine por perderse en ellas.
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