«Oh, por favor, eso no es necesario«
Cada mes, cuando leo las nuevas entregas de esta colección, me acuerdo de la serie de Agallas: El Perro Cobarde. En ella era común escuchar a Eustaquio Habichuela gritarle al protagonista aquello de «¡Me obligas a ser malo!«. Me mataba esa frase, como si el pobre Agallas fuera una fuerza de la naturaleza que obligara al anciano a maltratarlo y comportarse como un siniestro y cruel villano. Algo así me pasa con la actual etapa de El Invencible Iron Man. Cada mes saca lo peor de mí y me obliga a ‘ser malo’ en mis críticas. Quizás deba echarme a mí mismo gran parte de la culpa, al leer con desgana una serie que hace tiempo se traicionó a sí misma por culpa de las tensiones de la editorial bajo la que se publica. Pero la verdad es que en esta colección Brian Michael Bendis no deja de darme motivos para la mala baba.
Si en los números anteriores criticaba la falta de iniciativa de las mujeres (auténticas protagonistas de esta etapa al menos sobre el papel) que cuidan y continúan el legado de Tony, en esta nueva entrega he de cargar con las prisas que han sido uno de los peores enemigos de la trama desde que ésta comenzó y que ahora se revelan con una resolución acerca del misterio principal de esta saga que no deja de desencajarme levemente la mandíbula. Da la impresión de que a Bendis se le acaban los números para contar su historia y quiere llegar cuanto antes al final de la misma para poner el punto y aparte en algún lugar que pueda merecerlo.
«A lo mejor mueve el culo para impresionarte«
De hecho, yo esperaba para este número una implicación total por parte de Muerte a la hora de unirse a la búsqueda de Tony Stark. Lo que vemos en su lugar es una vuelta más en su turnée de la disculpa y el desagravio con todos los villanos del universo pisándole los talones. Y me da pena, porque la serie en solitario del villano metido a héroe me ha gustado tanto a nivel de historia como por estética y todo esto se va a perder, diluido en forma de extra de la serie principal, primero, y con su regreso a los infiernos en algún punto del futuro más inmediato. Esta trama representaba su última oportunidad de hacer algo grande y, a no ser que los acontecimientos den un vuelco, mucho me temo que se va a quedar en agua de borrajas.
Lo único bueno es que vamos viendo cada vez más páginas sobre la trama del propio Tony y ésta promete alguna que otra revelación interesante. Sólo nos queda rezar que el bueno de Bendis esté sacrificando sólo lo esencial para lograr disponer del espacio suficiente como para que su despedida sea todo lo apoteósica que se merecen sus fieles lectores. Además, y de igual modo que él recogió con alegría el testigo de Kieron Gillen, molaría que lo que aquí se está contando no caiga en el olvido con los nuevos responsables del personaje. Me gustaría que Bendis escribiera un final del que nos sintiéramos orgullosos y que fuese el preludio de lo que está aún por ocurrir.
Deja un comentario: