Contrariamente a lo que nos esperábamos después de disfrutar de su primer y enigmático volumen, A Walk Through Hell se despide de nosotros con este segundo y último tomo que incluye los números #6-12 de la edición original de Aftershock para el mercado norteamericano. Planeta Cómic se ha tomado su tiempo para concluir la obra de Garth Ennis y Goran Sudžuka, pero la espera ha merecido la pena.

«Te enseñaré lo que has de hacer»

Ha merecido la pena siempre y cuando no lleguemos con unas ideas preconcebidas a este segundo libro, pues aunque los temas siguen siendo los mismos, la narración toma un cariz más teórico y filosófico a medida que afronta su desenlace. Ennis nos plantea un relato que reflexiona acerca de la naturaleza humana y el avance sin frenos de la sociedad (occidental) hacia el precipicio. La maldad o el infierno, ya sean como constructos sociales o teológicos, son el motivo principal de la obra, que muestra una actitud combativa contra la deriva política norteamericana de la era Trump (no atenúa la responsabilidad de quienes le precedieron, ni del sistema que le ha sustentado), contra la Iglesia como grupúsculo de poder o contra los abusos racistas, machistas y homófobos. A Walk Through Hell está estrechísimamente ligado al momento presente y será interesante comprobar si en 20-30 años hemos conseguido apaciguar la crispación y enderezar el rumbo, convirtiendo al cómic en una crónica de su tiempo, o si para entonces seguirá siendo terroríficamente actual.

Esta conciencia de su tiempo, convive en la obra con la ya mencionada reflexión sobre nuestra naturaleza y el thriller policial y de terror que es lo que le da forma al discurso. Ennis y Sudžuka aprovechan la versatilidad del género para cargar la historia de simbolismos y escenas explícitas. La lectura requiere mente abierta y estómago. Hay alguna que otra idea lanzada como globo sonda que luego se desvanece y momentos de un retorcimiento de guion más estético que funcional, confundiendo más que generando atmósfera; pero en general A Walk Through Hell se percibe como una obra trabajada con criterio, en la que cada decisión tiene un sentido y que emplaza al lector a perderse en la oscuridad del almacén en el que están atrapados los protagonistas y, al mismo tiempo, a proponer sus propias conclusiones y a razonar un desenlace premeditamente desconcertante y nebuloso.

Al margen del problema de las expectativas, que puede enfangar la experiencia de parte del público, la mayor tara de A Walk Through Hell radica en su traducción. Esta es, siendo generosos, mejorable. Erratas, frases gramaticalmente confusas y otras que parecen traslaciones literales del inglés, hacen que por momentos la lectura se haga muy pesada y dificulte comprender una obra ya de por sí compleja y dada a jugar con el desconcierto y el misterio.