Después del sabor agridulce que me dejó A Walk Through Hell (los problemas de la traducción fueron determinantes), pero con las buenas vibraciones que transmite el equipo formado por Garth Ennis y Goran Sudzuka, acercarme a este Marjorie Finnegan: Criminal Temporal publicado por Panini Cómics era casi obligatorio. Con el plus, además, de tratarse de un tomo único y prometiendo ser una obra igual de crítica, pero muchísimo más punzante gracias a su apuesta por la comedia disparatada.
«¡¡Si es que estoy tan contenta que estornudo y sale confeti!!«
Las sensaciones no han podido ser más acertadas. Igual se puede tildar a Marjorie Finnegan de una obra menor, a rebufo de clásicos del guionista como Predicador (es inevitable pensar en ella cuando Ennis explota su vertiente macarra y desaforada), pero lejos de suponer un demérito para la obra, es señal inequívoca de las intenciones que persigue la misma. Con un Sudzuka que parece querer postularse a ser el nuevo compañero de fechorías de Ennis (como lo fuera en su día el malogrado Steve Dillon), este cómic presenta una aventura de ciencia ficción de corte fantástico en la que los robos y los viajes en el tiempo son solo la excusa para que la pareja creativa explore temas como el poder de la fe (tanto desde una perspectiva amplia, de concepto; como desde la visión material de las religiones, como elemento de control) o las relaciones fraternales.
Que temas que dan tanto juego y sobre los que se puede debatir y reflexionar tanto sean tratados desde una aparente ligereza puede tirar por tierra las expectivativas de parte del público; pero es gracias a ese tono tan cómico y descaradamente provocador con el que Ennis y Sudzuka presentan su historia, que su mensaje entra sin edulcorar. Apostando por una narración más seria, ciertas ideas habrían podido resultar más espinosas de plasmar sin que nadie se ofendiese o le pidiese cuentas. Los códigos de la sátira, irónicamente, le permiten ser más salvaje y cristalino en su discurso sin que ello repercuta en un rechazo frontal a la obra. Ofendidos habrá siempre, pero a través de la risa, todo se lleva mejor.
A lo largo de toda la obra se respira un ambiente de juego, de no tomarse las cosas demasiado en serio. Un ambiente que le sienta de maravilla a la aventura, que fluye con enorme organicidad. Ennis plantea una historia muy dinámica y frenética, pero nunca se nota acelerada. Más problemática resulta Marjorie, la protagonista. Va siempre al límite, coqueteando continuamente con la idea de generar antipatías entre los lectores. Pero al mismo tiempo es fiel reflejo del espíritu del cómic; obligándonos a convivir con sentimientos encontrados hacia un personaje impetuoso e ingenuo hasta lo rozar lo peligroso. Claro, tiene su razón de ser; porque si bien el guionista tiene una mirada recelosa hacia ciertas formas de poder, muestra una fuerte convicción en el karma… para gracia y desgracia de sus personajes.
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