«Alguien está tratando de matar a todo el mundo«
Mi primer contacto con Lara Croft fue en el maravilloso año de 1997. A mis tiernos trece añitos más que fijarme en su escultural (y poligonal) cuerpo, me dedicaba a hacerla saltar de cabeza contra el suelo en casa de un amigo para la desesperación de mi anfitrión. Después, la verdad es que le perdí el rastro a la muchacha. Mi consola (una NES que sobrevivió durante más de una década con un único juego y que aún conservo en su caja) no daba para tantos aspavientos y para cuando al fin me hice con una de las consolas de Sony ya era un adicto irremediable de los RPG. Así, la siguiente vez que supe de ella (aparte de las toneladas de publicidad que habrán caído desde entonces) fue en 2001 gracias a un cartelón que se tiró meses expuesto en mi barrio y en el que la actriz Angelina Jolie lucía sus… pistolas (la peli no la vería hasta casi diez años después) y, sobre todo, en 2005 por medio de la colección que sacó El Mundo bajo el nombre de Grandes Héroes del Cómic.
En ella, una Lara bastante parecida a la de la película saltaba y corría (y nos hacía pensar a todos en los dolores de espalda que debía pasar la pobre) mientras se enfrentaba a seres sobrenaturales en una especie de versión pasada de rosca de las locas aventuras de Indiana Jones. Las historias las firmaban autores como Dan Jurgens (creador de Booster Gold, guionista de Superman y uno de los autores detrás de El Fin del Mañana) o el difunto Michael Turner (que la hizo compartir cartel con una casi en pelotas Witchblade) para el sello americano Top Cow. La verdad es que los cómics eran entretenidos, pero la corta duración de los tres tomitos que ofrecía el periódico y el exceso de pechos gratuitos terminaron por hacer que perdiera el interés y olvidara a la aventurera británica.
«¿Vas a causarme problemas, señor borracho enfadado?«
La cosa se podría haber quedado ahí, pero el año pasado (y tras perder Star Wars a manos del imperio Disney/Marvel) Dark Horse decidió resucitar al personaje entregándoselo por segunda vez en su historia (tras las tramas de Fiona Avery) a una guionista: Gail Simone (Aves de Presa, Wonder Woman). Ahora Aleta Ediciones se lanza de cabeza a por la aventurera y nos trae los seis primeros números de esta nueva colección en un tomo dibujado por el artista argentino Nicolás Daniel Selma.
Simone rescata la mejor versión de Lara Croft y nos la presenta como una heroína en proceso de formación, repleta de conocimientos y experiencias, pero sin la costumbre a verse rodeada por la violencia que muchos esperaríamos de un personaje más curtido. La historia en la que la inserta puede volver un poco loco al lector novel al hacer continuas referencias a una aventura anterior de la arqueóloga que, sin embargo, yo mismo no he logrado localizar (y llego a pensar que nunca haya existido). En todo caso, poco a poco vamos enterándonos de que Croft y el resto de integrantes de una misión para grabar un documental sufrieron un accidente a bordo del barco que los debía llevar a su destino y que de todo el equipo inicial sólo la protagonista y unos pocos amigos suyos lograron escapar a duras penas de la isla Yamatai que, sin embargo, les ha seguido persiguiendo hasta la actualidad.
«¿… Podrían darme unos pantalones?«
La guionista nos ofrece a un personaje fuerte e indomable que conoce sus limitaciones y la fuerza que radica en la unión con sus compañeros. Lara Croft ni es una damisela necesitada de ayuda ni es una modelo de lencería obsesionada con posar sexy en cada viñeta: es una AVENTURERA con todas sus letras y no necesita del apoyo de un personaje masculino (como sí sucede en otras series supuestamente defensoras de la independencia de la mujer) para salvar el día. No teme ensuciarse ni mancharse las manos de sangre. Pertenece a una nueva oleada de heroínas (a las que también podemos añadir las marvelitas y televisivas Jessica Jones y Agente Carter) nacidas del mundo real y purgadas de los cuentos de dragones y princesas que siguen a día de hoy lastrando a buena parte de la sociedad.
Es, de hecho, Lara la que en varias ocasiones ha de salvar a sus compañeros masculinos. Pero también ella es salvada por ellos (o por ellas, que también sus amigas reparten leña) y este es un detalle importante: Simone no se dedica a sobrecompensar convirtiendo el cómic en un panfleto feminista, sino que trata a todos los personajes con naturalidad y hace hincapié en la fortaleza a través de la confianza en quienes nos rodean. A esta «naturalización» también ayuda el dibujo de Selma que, con su sencillez y ausencia de ‘megasenos‘, nos ofrece una aventura creíble, entretenida y vistosa. Habrá que estar atentos a las siguientes entregas.
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