Producción de Martin Scorsese, un reparto con figuras como Rebecca Ferguson, J.K. Simmons o Michael Fassbender, adaptando un best seller de Jo Nesbø… Tomas Alfredson lo tenía todo de cara para conseguir que El muñeco de nieve fuera uno de esos thrillers criminales capaces de marcar una época. El duro invierno noruego, sin embargo, ha calado demasiado en el director de Déjame entrar o El topo y su propuesta nos ha dejado helados.
Desde el principio las cosas no funcionan como deberían. Alfredson construye su película en torno a dos historias separadas por nueve años pero narradas en paralelo. A priori tendrían que tener fuertes conexiones entre sí para justificar este ir y venir en el tiempo, pero la relación entre ambas tramas es puramente circunstancial. Los vistazos al pasado solo sirven para explicar las motivaciones de un personaje (y no del protagonista precisamente) y para proporcionar una pertinente salida a un guion que hasta el momento se muestra incapaz de sorprender. Esta trama en el pasado tiene una función accesoria, que genera más ruido de lo que aporta.
Buena parte de lo que acontece en El muñeco de nieve es fruto de la casualidad, la arbitrariedad es la fuerza dominante en la película. La figura del villano ilustra esta apreciación a la perfección, actúa de forma errática e incoherente. Alfredson y sus guionistas buscan generar tensión con las escenas, juegan con los clichés de esos asesinos en serie a los que pone más el juego con sus perseguidores que los crímenes en sí, pero no se hace un trabajo de personaje per se. Queda muy bien usar un muñeco de nieve como «firma», pero sus acciones son muy gratuitas. Lo mismo se puede aplicar al personaje de Michael Fassbender, el gran protagonista de la cinta. En pantalla da muy bien verle hecho polvo y levantarse cada mañana de resaca, ¿por qué lo hace? ¡Ah! Eso es algo que nunca sabremos.
La consecuencia más palpable de todo esto es una evidente falta de tensión dramática. No ayuda tampoco el tempo pausado del cine procedente de Eruropa del norte (la película es una coproducción entre Suecia, EEUU y Reino Unido). Alfredson se preocupa por hacer unas estupendas estampas, aprovechando todas las posibilidades que da el paisaje noruego, y se muestra impactante cuando debe enseñar la violencia, pero descuida por completo su historia y sus personajes.
Más allá del trabajo de sus actores (todos ellos en una línea correctísima, Alfredson sabe trabajar muy bien con su reparto), El muñeco de nieve es un thriller prescindible, de esos títulos que acaban en las cestas de saldo de las grandes superficies. Recomendable solo para quienes sigan a pies juntillas la carrera de Fassbender, Ferguson o cualquier otro miembro del equipo.
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